El día en que Facebook quiso obligar a Salman Rushdie a cambiarse el nombre

El día en que Facebook quiso obligar a Salman Rushdie a cambiarse el nombre
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Una de las premisas más delirantes del Señor Facebook, Mark Zuckerberg, es aquello de que nadie necesita más de una identidad para conectarse a Internet y que el anonimato en la red, que por cierto es un concepto falaz e inexistente, debe terminar.

Para ello, Facebook tiene una política de "nombres reales", según la cual está prohibísimo usar un nombre diferente al propio. La pena es algo parecido a la excomunión: te desactivan el perfil y luego, si eso, tienes que demostrar que "tu" eres realmente "tu" y no "otra persona".

Y eso es exactamente lo que le pasó a Salman Rushdie, el célebre autor que tras escribir Los versos Satánicos, fue condenado a muerte por una fatwa emitida por el mismísimo Ayatollah Khomeini, líder supremo de Irán en 1989, cosa que hizo que Rushdie tuviera que vivir oculto durante años.

Desde Facebook, desactivaron el perfil de Rushdie, ya que no se creían que "él" fuera "él". Para demostrarlo, el escritor tuvo que escanear su pasaporte y mandárselo a los de Facebook.

En cuanto se hizo la comprobación, se aceptó la prueba del pasaporte... pero le dijeron a Rushdie que no podía llamarse Salman, y que debía cambiarse el nombre a "Ahmed Rushdie", y con ése nombre le reactivaron el perfil.

Y es que los ciudadanos británicos (estado-unidenses, canadienses, etc...) tienen dos nombres: el Nombre propiamente dicho, una especie de nombre de pila y un apellido, por lo que el nombre completo del autor es Ahmed Salman Rushdie, y como "Ahmed" es el primero, pues eso.

El mismo escritor anglo-indio se quedó pasmado al recibir esa respuesta de Facebook, ya que al ser un autor de éxito, es conocido por todo el mundo, y lo es con el nombre que, tal y como asegura, siempre ha usado: Salman.

Al final, "Ahmed Rushdie", el famoso autor de un libro que causó un revuelo por todo el mundo, pudo volver a ser "Salman", ya que la política de nombres de Facebook permite que se use el nombre de pila.

Y así se demuestra para qué sirven las políticas absurdas en contra del maligno concepto del "anonimato en Internet": para pegarse unas buenas risas... y poco más.

Vía | The Atlantic

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