"¿Por qué hago lo que hago?", se pregunta la directora de Marie Claire en Rusia

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Los medios tradicionales en Rusia pasaron del control estatal absoluto de los años de la Unión Soviética, y la gran apertura y proceso de privatizaciones luego del colapso de la Unión Soviética, al actual modelo híbrido, en el que el Kremlin ejerce un control activo sobre la televisión nacional, que llega a todas partes (…), pero permite la existencia de una prensa independiente marginal en la red y especialmente en la blogosfera. Informe del Berkman Center for Internet and Society de la Universidad de Harvard.

La brutal paliza que el periodista Oleg Kashin recibió en pleno centro de Moscú no es más que otro caso de la terrible realidad del periodismo libre en Rusia donde segun los datos del propio gobierno, ocho periodistas han sido asesinados y más de cuarenta han sufrido palizas en lo que va de año. Además, la mayoría de los asesinatos de los trabajadores de los medios de comunicación siguen sin resolverse o sin aclararse del todo. Los criminales saben que la estadística de resolución de los delitos llevados a cabo en contra de periodistas juega a su favor.

El periodista fue agredido el 6 de noviembre pasado y se encuentra en estado grave en una unidad de cuidados intensivos con fracturas de mandíbula, pierna y dedos de las manos. El mismo día, se filtró en Internet una grabación de CCTV (encabeza este post) que no permite distinguir los rostros de los agresores, pero sí se aprecia con claridad que la paliza no era simplemente para intimidar o “advertir” al periodista sino para matarlo. Es sorprendente que sobreviviera después de recibir semejante tunda de golpes en la cabeza con una barra de hierro.

Svetlana Kolchik, directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire, ha escrito un magnífico artículo en el que relata sus contradictorios sentimientos y cierto sentimiento de culpa ante lo que está pasando con sus compañeros, los periodistas políticos (de verdad).

La periodista que no participa por el contenido de la revista que dirige de la peligrosa y frenética vida del periodista político en aquel país no puede por menos, precisamente por ello, que preguntarse "¿por qué hago lo que hago? Por qué opté por el periodismo fácil, seguro y a veces superficial y no me dedico a cosas más importantes? ¿Tendré miedo, seré pesimista o estoy desilusionada?"

A lo mejor, todo lo anterior.

La directora de Marie Claire en Rusia repasa su trayectoria como periodista, desde su primer trabajo a mediados de los 1990, "cuando el periodismo tenía el romanticismo de que si no podía salvar al mundo, al menos podría cambiarlo" hasta "que lo abandoné todo y me fui a Nueva York para cursar los estudios en la Universidad de Columbia al incorporarme luego como reportera al diario USA Today en Washington".

Cuando volví a Rusia ocho años más tarde, ni siquiera pensé en regresar al mundo de los periódicos. Es más, el mundo emergente de las revistas lustrosas ofrecía más dinero, una jornada laboral más flexible y la oportunidad de llevar la vida del “ciudadano del mundo”, lo que para mí era y sigue siendo mucho más seductor.
Además, entendía bien que con este trabajo podría escribir lo que se me antojara ya que mis realidades apenas se cruzaban con la línea oficial de la cobertura mediática, tan propensa a la censura. Así, asumí el cargo de editora de una revista femenina.
Y el vacío resultó bastante acogedor. Mi medio, con olores y aspectos agradables, ofrece soluciones pret-a-porter para ser o convertirse en una mujer que lo tiene todo. A lo mejor, Marie Claire es la revista lustrosa femenina menos empalagosa de Rusia, pero en comparación con sus ediciones en francés, inglés o alemán, la variante rusa resulta ligera como la brisa.
Casi al 100% está libre de la política (...) pero aun así, no me importa que mi revista promueva una vida de consumo, dulce y despreocupada. Vendemos un sueño, una huida, una distracción temporal de esta punzante realidad. No miro la tele ni leo los periódicos, me entero de las noticias por Internet. Mi escapismo es un tipo de compromiso personal que me ayuda a vivir en la Rusia de hoy. Me he convencido a mi misma que no todos tienen que ser luchadores por la verdad, y un artículo bien investigado y hecho con gracia, que trata de las relaciones amorosas es igual de importante que una profunda investigación política.
Al igual que la mayoría de mis colegas, viajo al extranjero una vez al mes, cambio el estado de mi perfil en Facebook de vez en cuando, a base de mis viajes espléndidos. De esa manera pretendo vivir en un país libre y abierto, justo como mis coetáneos del Occidente o incluso mejor, ya que la economía emergente ofrece oportunidades más amplias y profundas a la generación joven.
Pero cuando me entero de que mis colegas que se dedican a diferentes tipos de periodismo y no se permiten viajes con gastos pre-pagados a los SPA en las islas Maldivas, por poco son asesinados por lo que dicen o escriben, no quiero seguir viviendo en ese país. Y no obstante, todavía confío en el poder de la palabra escrita y en el impacto que produce, por lo menos en las conciencias.
También creo que para cambiar la situación necesitamos más periodistas como Oleg Kashin ahí afuera. Por desgracia, son muy pocos los que se atreverán a unírsele al ver qué le puede suceder a uno si cumple el oficio de reportero en Rusia. Al mismo tiempo, siento una enorme admiración por el puñado de periodistas que han decidido por quedarse aquí.

¿Quién mató a Anna Politkovskaya? ¿Qué fue de las presiones occidentales para exigir la captura de sus asesinos? La periodista de Novaya Gazeta, redacción de héroes mundialmente reconocida. Periodistas de verdad a los que les quedará Internet. Mientras sigan vivos. Tiene razón la directora de la edición rusa de Marie Claire: "por desgracia, son muy pocos".

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