Cinco años del iPhone, la imagen de la semana

Cinco años del iPhone, la imagen de la semana
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Esta semana se han cumplido cinco años desde el lanzamiento del iPhone. Un teléfono que cambió la forma que teníamos de relacionarnos con estos dispositivos. Y ha marcado la tendencia del resto de empresas a la hora de desarrollar sus nuevos terminales. Supuso una antes y un después. Por eso nuestra imagen de la semana es para los cinco años del iPhone. Con sus virtudes, que todos conocemos, y sus imperfecciones, que también han sido muchas.

Pero al final sale ganando la experiencia de usuario, la forma de utilizar el teléfono, el manejo táctil, el ecosistema de aplicaciones y el boom de Internet en los teléfonos. ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? ¿Hubiera triunfado el iPhone un par de años antes con la banda ancha móvil todavía en un estado embrionario? Aquí triunfaban precisamente sus competidores.

Pero también con caprichosas decisiones de Apple que le han llevado a ser un poco más rica y poderosa. A pesar de vendernos teléfonos pensados para la gente, fallan estrepitosamente en algunas cuestiones como Bluetooth, falta de radio, cámara de fotos o vídeo que son mejores en teléfonos mucho más económicos, por citar algunos ejemplos.

Y a pesar de todo las aplicaciones marcan la diferencia. Porque es algo que ninguna marca o compañía había conseguido hasta el momento hacer tan bien como Apple. Este es el verdadero negocio que ha cautivado a usuarios, pero también a los desarrolladores y que Apple ha controlado férreamente. Por una parte como forma de controlar la experiencia de usuario, por otra como un método de asegurarse sus ingresos. Y a pesar de todo han logrado convertir el teléfono en un objeto de culto.

250 millones de unidades vendidas parecen darles la razon. Aunque la cantidad no importa. Importa el cambio que ha supuesto su llegada, cómo ha cambiado nuestras necesidades a la hora de elegir un teléfono y lo que podemos hacer con él. Muchos auguraban su fracaso, quizás era más un deseo que una predicción. Pero nada es eterno… ni siquiera los iPhone.

Imagen | A. Blight

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