Que la gente se oponga a reconvertir una entidad sin ánimo de lucro en una 'big tech' al uso sólo se puede explicar por la acción de financiadores secretos, según Altman y compañía
Se podría decir que la paranoia no escasea en Silcon Valley: muchos fundadores de startups están convencidos de que alguien quiere robar sus ideas o fichar a su personal.
Pero hasta hace poco, OpenAI parecía estar al margen de esa dinámica, pero eso ha ido cambiando con el tiempo. Cuando los costes de entrenar modelos cada vez más potentes convirtieron el discurso altruista en un problema financiero, OpenAI emprendió una controvertida transición hacia un modelo con fines de lucro.
La decisión provocó la reacción inmediata de críticos de todo tipo: desde antiguos aliados como Elon Musk hasta legisladores de California y organizaciones de seguridad en IA. Lo sorprendente no es que existan detractores a tal movimiento, sino la interpretación que dicha oposición parece haber generado dentro de la compañía.
El trasfondo: ¿protección o paranoia?
La transición de OpenAI refleja una tensión clásica de Silicon Valley: entre la retórica idealista de "cambiar el mundo" y las exigencias de un mercado donde el entrenamiento de modelos cuesta miles de millones de dólares. Frente a ese escenario, la empresa optó por abrazar un modelo comercial agresivo, con la ambición de convertirse en la startup más valiosa del planeta.
Que eso le haya supuesto a OpenAI perder credibilidad como 'institución dedicada al bien común de la Humanidad' no ha sido procesado por sus responsables como una reacción comprensible. En cambio, a ojos de sus directivos, las resistencias son la prueba de un cerco orquestado por intereses poderosos que prefieren verla caer.
La teoría
Más concretamente, todo gira en torno a la idea de que todos sus opositores —Musk, reguladores, ONGs pro-transparencia tecnológica...— forman parte de una red secreta coordinada y financiada por multimillonarios rivales, cuyo objetivo es hundir a la empresa.
Según informa la misma prensa estadounidense, Altman y parte de su equipo han llegado a convencerse de que detrás de las críticas se esconden intereses ocultos de personajes como Mark Zuckerberg, o los inversores Dustin Moskovitz y Pierre Omidyar (y el propio Elon Musk, claro, pero en su caso el interés no es tan oculto).
Ese discurso ha tenido consecuencias en la vida real: varias organizaciones sin ánimo de lucro dedicadas a la gobernanza de la IA, como Encode, han recibido citaciones legales de la empresa de Altman exigiendo revelar posibles vínculos con Musk o Zuckerberg.
¿La razón? Que Encode había presentado un informe que apoyaba algunos de los argumentos legales de Musk contra OpenAI. Sin embargo, la empresa interpretó esa acción como parte de un complot mayor.
La ironía es que, según estas organizaciones, no existen tales conexiones. Aun así, OpenAI insiste en buscar pruebas de que sus críticos están financiados por rivales con intereses económicos en empresas competidoras. De hecho, uno de sus abogados llegó a justificar públicamente la ofensiva como una cuestión de "transparencia", aunque para los afectados no deja de ser un intento de intimidación legal.
El desgaste de los críticos
Para organizaciones pequeñas, enfrentarse al músculo legal de OpenAI es un desafío enorme. Encode y otras ONGs similares han tenido que dedicar recursos y tiempo a responder a demandas y medios de comunicación, lo que dificulta su trabajo principal: investigar y promover regulaciones de seguridad en IA. Como reconoció Nathan Calvin, consejero de Encode,
"si el objetivo era complicarnos la vida, hay que admitir que en parte lo lograron [...] Están sumergidos en una especie de burbuja paranoica".
Esto, además, ocurre en medio de un clima político tenso. En California, un proyecto de ley que habría bloqueado la conversión de OpenAI en una empresa con fines de lucro fue derribado tras una fuerte operación de 'lobby'. Pese a su victoria final, a ojos de Altman y sus aliados, esa iniciativa legislativa no había hecho sino reforzar la idea de que estaban bajo ataque coordinado, alimentando todavía más el discurso conspiranoico.
Vía | Futurism
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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