La industria de la publicidad entra de lleno en la guerra tecnológica contra los adblockers. Pero no son los únicos afectados

En un contexto en el que el 15% de los internautas españoles ya bloquea la publicidad en sus navegadores, en el que nuestro país se sitúa entre los estados que capitanean esta tendencia (junto a Francia y Alemania), y en el que el auge de este tipo de herramientas se encuentra en su punto más álgido; no es de extrañar que anunciantes y editores se echen a temblar.

Un debate y una protesta que se han convertido en el centro de atención mediático, pues el uso de los adblockers podría acabar con el Internet tal y como lo conocemos. Una razón más que suficiente para que la industria de la publicidad entre de lleno en la guerra tecnológica contra este tipo de aplicaciones.

El contraataque de los anunciantes

Así, la IAB (Interactive Advertising Bureau) –la asociación que representa al sector de la publicidad en medios digitales- ha anunciado que ayudará a los pequeños editores a defenderse de estos productos mediante un código que les permitirá saber qué clientes tienen un adblocker activado.

Un sistema de detección que les brindará la posibilidad de adaptar sus mensajes a estos usuarios (adviritiéndoles, por ejemplo, de que no podrán acceder a todo el contenido y/o explicándoles la necesidad de los anuncios a la hora de mantener una red libre).

Al margen de la utilidad, los adblockers han constituido una auténtico toque de atención para los publicistas que, como Peter Imbur, CEO de Elfster, hacen autocrítica. “Tenemos que intentar resolver las cosas que son molestas para nuestro público, ya sea el exceso de anuncios o los formatos que se adueñan de la página entera”, comenta en declaraciones a Adexchanger.

Otros afectados por los adblockers

Sin embargo, los anunciantes y medios no son las únicas “víctimas” de los bloqueadores de anuncios, sino que algunos minoristas y usuarios pueden sufrir las consecuencias de su uso.

Por ejemplo, los habituales de Crystal podrían ver mermado el rendimiento de sus iPhones en los sitios de comercio electrónico, especialmente en algunos pertenecientes a grandes minoristas como Wal-Mar, Sears y Lululemon.

Un problema que recoge la revista Fortune y sobre el que les advirtió Branding Brand, una plataforma de comercio electrónico en dispositivos móviles cuyo CEO, Chris Mason, afirma que el bloqueador entorpece la experiencia de los usuarios. “En múltiples sites faltan contenidos, aparecen enlaces rotos y los clientes no pueden añadir ciertos elementos a sus carritos de compra”, comenta. “Probablemente piensen que es la página la que falla, pero se trata de Crystal”.

Mason, de hecho, envió a este medio una lista de aquellas páginas que experimentaban errores técnicos relacionados con el bloqueador. Al margen de ellos, no podemos dejar de comentar que la mayoría de estas webs generan alrededor del 60% de su tráfico a través de anuncios en línea con los que Crystal y otros adblockers acaban. Algo todavía más preocupante si tenemos en cuenta el crecimiento del e-ecommerce a través del dispositivos móviles.

Además y volviendo a los usuarios, el hecho de que los anunciantes tengan la opción de pagar a los desarrolladores de adblockers para poder esquivarlos (algo que, inevitablemente, nos recuerda al más vulgar de los sobornos, a pesar de que, supuestamente, se vigila que esta publicidad no sea demasiado intrusiva) y que (aunque algunos expertos ya se han pronunciado) difumina la transparencia necesaria que implica que el cliente sepa por qué unos anuncios han sido vetados y otros no.

En Genbeta | La industria de la publicidad en internet frente al ad block se plantea ir a los tribunales

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