Me gusta mucho teletrabajar y estas son las siete cosas que odiaría si tuviera que volver a una oficina

Como persona que lleva teletrabajando desde antes de que esto se pusiese de moda (de hecho me lo desaconsejaban en 2008), como persona que lleva siendo nómada digital desde el año 2009 (ahora ya mucho menos y mucho más tranquila), me he puesto a analizar: ¿Cómo cambiaría mi vida si yo ahora tuviera que meterme en una oficina?

Y me he dado cuenta que sería algo que me haría muy infeliz y cambiaría mucho algunas de mis rutinas esenciales para ser una persona productiva. Lo comencé a pensar un día con otro trabajo que tengo donde la directora, que lleva siempre yendo a la oficina y no está acostumbrado al teletrabajo, me ofreció ir, cuando quisiera, a la oficina como ella hace (aunque no sea para hacer artículos para el diario que ella dirige, sino que lo ofreció por generosidad), haciendo el mismo trayecto que haría yo.

Y comencé a pensar que me haría infeliz por pequeñas cositas que a día de hoy tengo y disfruto, sin ser consciente de que son bonitas (cuando tenemos algo como rutina a veces no lo apreciamos lo suficiente).

Las empresas (muchas de ellas, las grandes tech y sus directivos) ahora hablan de que el teletrabajo puede afectar a la productividad. Y para mí, por mi forma de ser, os aseguro que me haría más improductiva. Y una cosa que me encanta al acabar mi jornada laboral es cuando he dejado las cosas bien hechas y atadas.

Además de eso, aquí las razones por las que volver a la oficina sería un horror para mí.

Teletrabajo y lo que más me gusta de esa rutina

1.Flexibilidad horaria. Vale, es cierto que no todas las empresas que trabajan online tienen flexibilidad horaria, pero yo la necesito por un motivo. Yo soy muy madrugadora y muy productiva a primera hora de la mañana, cuando no recibo notificaciones, cuando no tengo otras personas conectadas, cuando no recibo llamadas, ni hay estímulos cerca.

Bien saben mis compañeros de trabajo que muchos días me levanto a las 6 o 7 de la mañana, sin despertador, y ya me pongo a trabajar y para mí, las primeras 3 o 4 horas del día son en las que hago gran parte de mi trabajo y mucho más rápidamente.

2.Mucha concentración. Me levanto y, en pijama, me pongo con un café recién hecho delante de mi PC. Luego, más adelante ya me ducho, desayuno y me visto. Si tuviera que levantarme, vestirme, ducharme, desayunar, ir a una oficina , en transporte público o andando o en coche, y todo esto esperando a que fuera la hora en la que nos exigen comenzar a trabajar, yo habría perdido unas dos o tres horas de gran productividad y concentración.

Y además ya tendría la mente con mucha información que a veces nos puede despistar o distraer. Yo empiezo mi jornada con cero distracciones.

3.Por la ropa. Ni soy una persona que me guste estar en pijama cuando estoy en casa, ni me gusta ir en chándal, ni siquiera tengo mucha ropa. Pero sí me gusta vestirme como a mí me apetece, sin tener que seguir ningún tipo de código.

Aunque ahora de las empresas son más flexibles y no suelen poner un código de vestimenta muy estricto (depende), a mí hay días que me apetece ponerme una americana elegante y al día siguiente me apetece ponerme un jersey hippie que me compré en algún pueblo perdido del sur de México o una chilaba preciosa que alguien me regaló cuando viví en Marruecos. Y sé que si trabajas en una oficina eso no sería tan viable. Tengo muchísima más libertad para vestirme.

4.Por el ahorro de dinero y de recursos. Hay estudios que hablan de si los empleados y empleadas gastamos más o menos yendo a trabajar o quedándonos en casa o yendo a la oficina. Yo sé que tengo gastos de electricidad, de luz y de agua que me me ahorraría si estuviese yendo en la oficina. Ahora mismo el transporte es barato porque, por lo menos en Asturias si quieres moverte en tren, no te cuesta nada. De todos modos, aunque ahora tenemos trenes gratis, mucha gente no tiene buena conexión en tren, la gasolina es cara y los autobuses muchas veces también, así que, gastar dinero en pasar largos minutos en transporte, podría hacerme muy infeliz (no solo por el dinero, sino porque soy ecologista y el gasto en recursos me molesta mucho).

Pero hay otros gastos en los que igual no pensamos, por ejemplo: si todos los días tuviese que ir a una oficina y sentarme en un transporte público, yo todos los días querría lavar toda mi ropa porque me parece poco higiénico sentarme en sitios donde ha estado no se sabe quién. Estando en casa sé que la ropa está limpia. Por tanto, necesito poner menos lavadoras que las que pondría yendo a oficina.

5.Relaciones y conversaciones. Dicen que un problema en el teletrabajo es que puede traer más soledad a un mundo que ya la padece. Puede ser. Pero en mi caso no es así. Tengo familia y amigas y amigos que suplen con creces mis necesidades en cuanto a socialización.

E igual podría ser un fastidio tener que estar a diario compartiendo espacios con personas que puedan tener opiniones contrarias a las mías o tener mi momento de descanso (comida, un café) con alguien que me hable de algo que no me interese.

6.Tiempo. Me gusta disfrutar de mi ocio. Pasar tiempo con gente a la que quiero, intentar cuidar de mi huerto, caminar sola escuchando música, escribir de otras cosas... Teletrabajando no pierdo nada de tiempo en ir, volver, saludar, salir a comer... Hago mi trabajo sin perder el tiempo.

Mi ocio no debería ser lo que gira alrededor de mi trabajo (que puede ser que pase y es una maravilla que alguien pueda adorar todo de su trabajo y a las personas con las que está día a día). Para mí, trabajo es trabajo (incluida aquí pasión por el periodismo y la comunicación, así que trabajar no es una amargura), pero fuera de ahí me gustan muchas otras cosas muy bonitas que quiero hacer en mi día a día en vez de estar conduciendo o de camino en el metro.

7.Libertad. Con el teletrabajo, mientras no tengas una VPN fija o tu empresa te lo prohíba de forma expresa, puedes hacerlo desde donde sea. Para mí la libertad es esencial. A veces puedo querer irme de viaje sin tener ni necesitar vacaciones. Estar en un lugar diferente no tiene que ir relacionado con tener un descanso.

Por ejemplo, irme un fin de semana a la montaña y alargar hasta el lunes donde puedo hacer mi trabajo durante el día y disfrutar de las horas de ocio en un pueblo perdido y diferente al mío.

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Imagen | Cyrus Crossan en Unsplash

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