Hace tiempo que los móviles se convirtieron en nuestras cámaras fotográficas. Desbloquear y disparar, nada más sencillo. La fotografía digital ha democratizado completamente ese noble arte de retratar el tiempo. Y no hay nada indigno en tomar fotos con un smartphone: profesionales como Kevin Russ un buen día decidieron sustituir la cámara réflex por el teléfono —y un puñado de módulos—.
Pero esta tendencia va más allá. Tomar la foto es sólo un paso —el principal— en una cadena de procesos. Con un móvil a la altura ya no necesitamos el PC como muleta: existen editores tan completos, software tan avanzado, que andar volcando fotos es ahora mismo un escollo innecesario.
¿Por qué ahora?
Parece que la fotografía digital siempre estuvo ahí. Tenemos cámaras en nuestras tablets, en juguetes electrónicos, en el portátil, incluso en reproductores MP4 de pésima calidad. Nada más lejos: en la mayoría de estos casos hablamos de archivos comprimidos. Y el algoritmo de compresión juega un papel determinante. Es como un traductor entre dos lenguajes: de analógico a digital.
El algoritmo de compresión de los archivos es como un traductor entre dos lenguajes: de analógico a digital
En cambio, desde hace algún tiempo se habla de cosas como “modo RAW”. Raw vendría a ser algo así como “en crudo”.
Cuando haces una foto normal, ese archivo jpg ha sido tomado bajo unas características —modo RBG, 24 bits por píxel, etcétera—. Y por el camino se pierde mucha información. Una fotografía RAW en 48 bits por píxel (16 por canal) no ha perdido información. Todos los datos, de la lente, de las condiciones de la foto, están ahí. Y esto se traduce en un gamut (gama de color) mucho más profunda, cercano a como verían nuestros ojos la realidad.
El tamaño de los megapíxeles sí importa
Aunque suene un tanto poético, fotografiar la realidad posee varias capas de profundidad. Además, no todos los datos son del mismo tamaño, ya que varían según el sensor de la cámara.
Cuanto mayor es un píxel más luz puede captar a través de sus fotodiodos
Seguramente recordarás aquella carrera por los megapíxeles de hace algunos años: cámaras con 13, 18, 24... Cada foto era un monstruo de 20 megas pero con color turbio y mucho grano. ¿Por qué? Esta es una de las grandes falacias de la fotografía digital: más megapíxeles sólo determina el tamaño total del lienzo, no afecta en ningún caso a la calidad de la foto tomada.
Hay otro tamaño que sí importa. Cuanto mayor es un píxel más luz puede captar a través de sus fotodiodos. Y la sensibilidad determina este factor. Concluyendo: la calidad del sensor sí que determina la calidad de la foto. Pero manejar tanta información, tantos bits por canal, es una tarea sólo al alcance de los procesadores más potentes.
¿Qué es eso de ISP?
A la izquierda un patrón de sensores típico; a la derecha, la Matriz de Bayer. Fuente: DGPFotografía
Ya sabemos que los píxeles son sensibles a la luz en un conjunto de longitudes de onda; ya sabemos que los sensores miden luz, pero estos no saben distinguir los colores. Para ello se coloca un filtro delante de casa sensor, ordenados según un patrón de Bayer, donde cada fila tiene sensores de luz que van variando entre verde-azul o verde-rojo.
Para no volvernos locos en jerga técnica, vayamos hacia el momento final, a cuando ya hemos tomado la foto. Cuando estamos retocando una foto, el software está reinterpretando esta información. Todos esos miles de píxeles están siendo leídos: «ah, que corresponde un poco más de negro ahí», «¿y no vendría bien un poco más de contraste en esa parte?».
Estos programas tan listos usan algoritmos de demosaicing: es decir, leen ese mosaico partiendo de la información de los píxeles vecinos para determinar el valor del conjunto. Claro, cuando la foto es muy oscura, es mucho más difícil leer esos patrones. De ahí que, cuanta mayor sensibilidad e información recogida, más fácil será corregir la foto. Por eso un buen software es clave, ya que le da una nueva vida a la foto, es casi como aumentar los megapíxeles.
Vale, ¿y el ISP? El ISP (image signal processor) es el encargado de desliar todo este embrollo, un componente del chip que no sólo afecta en el posprocesado de la imagen, sino que es un componente nuclear en la toma de la fotografía. Es el procesador que limpia, que regula el enfoque, el balance de blancos, la exposición. Incluso si tomamos fotos en ráfaga para crear imágenes 3D con superposiciones, el ISP se encarga de corregir los artefactos de luz para dotarla de “verosimilitud”.
La mala noticia de todo esto es que el ISP necesita potencia, ayuda para llevar a cabo todos los cálculos.
La importancia del procesador
Lo que no haga un buen ISP no lo va a corregir una app. Esto no es magia. Porque, además, esas aplicaciones también consumen recursos y esos recursos los entrega el procesador.
De ahí que sea tan importante elegir un buen procesador. Si nos fijamos en el innovador Mediatek Helio X25, éste cuenta con la gráfica integrada Mali 880-PM4, la más potente de la serie T800 (con 900 MHz de velocidad). Tanto el Helio X20 como el X25 están preparados y equipados para cámaras duales, con motor de profundidad 3D integrado —ideal para ráfagas—, además de motores multiescala reductores de ruido, que realizan un análisis inteligente de la escena, logrando fotos muy nítidas.
Pedimos cada vez mejores cámaras, pero no nos damos cuenta que, a mayor potencia, más exigencia. Una buena cámara se come al procesador. Con procesadores como los Helio X20-X25 ese problema no existe.
Este procesador de 10 núcleos —2 núcleos A72 a 2,5GHz y 8 núcleos a 1,5-2GHz— es capaz de refrescar la pantalla a 120 frames por segundo, lo que se traduce en desplazamientos suaves tanto consumiendo vídeo como grabándolo, utilizando el navegador o simplemente haciendo scroll en Facebook. Pero en esta ecuación hay un elemento extra del que no hemos hablado: la GPU.
¿Qué tiene que ver la GPU en todo esto?
La GPU (Graphics Processing Unit) es otra unidad, otra parte de ese gran contenedor que es el SoC. Es fácil asociar gráficos a videojuegos. No en vano, este circuito especializado se ocupa del procesamiento de gráficos, concretamente de vértices y píxeles. La CPU manda la carga bruta de datos y la GPU calcula su rotación, espacio y ordenamiento en pantalla.
El rendimiento de cada vídeo que hacemos depende, en parte, de la velocidad de cálculo de la GPU
Y claro, cuando estamos jugando a videojuegos se están realizando millones de estas operaciones por segundo. Pero ésto no es aplicable sólo a los juegos: el rendimiento de cada vídeo que tomamos con la cámara depende de la velocidad de cálculo de la GPU. Afecta incluso a la navegación entre aplicaciones. Al final, para entendernos, se trata de un gran sistema de engranajes que actúan en conjunto.
En cuanto a la reproducción tanto a 2 como 4K, los nuevos Mediatek Helio X20 y X25 son compatibles con 10 bits de profundidad de color y decodifican por hardware tanto HEVC (High Efficiency Video Coding), también llamado H.265, un perfil de codificación compatible con resoluciones de hasta 8192x4320 píxeles, como VP9 —otro formato de compresión muy avanzado que permite el uso de superbloques de 32×32 píxeles—.
Elige tu aplicación amiga
Aún nos queda en el tintero el paso final: la edición.
En el mercado de las aplicaciones y suites de edición fotográfica, muchas han tomado el camino contrario: no convertirse en contenedores, sino en herramientas especializadas en una función concreta: Prisma y VSCO Cam para filtros, Airbrush para selfies, Adobe Photoshop Express para limpiar artefactos.
Entre tanta oferta, el único remedio que nos queda es probar un buen puñado y elegir las que más nos gusten. Un proceso donde el móvil puede acabar bastante resentido.
Una de más completas es Fotor Photo Effect Studio, del estudio suizo Everimaging. Fotor es lo más parecido a un Photoshop en el móvil. Puede sustituir a la aplicación anfitriona de la cámara e incorporarle un buen puñado de mejoras: temporizador, modo ráfaga, cuadrícula, la opción de editar al vuelo, con tres tipos de realce HDR y un montón de ajustes dinámicos, escenas, efectos, estructura tonal, etcétera.
Incorpora hasta el clásico modo enfoque de poca profundidad que simula el efecto borroso de las cámaras SLR, donde podemos elegir entre diferentes tipos de foco (circular, rectangular, ovoide), de una f/1.4 a una F/8. Además, cada cierto tiempo organiza concursos en torno a la plataforma. Y sí, es completamente gratis.
PhotoDirector también es una de las más querida entre usuarios Android. Esta herramienta de Cyberlink es ligeramente superior a la anterior en cuanto a procesado de información —es compatible con archivos UHD 4K, frente a Fotor que sólo lo es con 2K—. Para ello requiere un procesador de mínimo 1GHz y 768 MB de RAM.
Posee un un motor muy preciso para añadir efectos HDR, bokeh —un desenfoque inteligente que juega con la profundidad de campo—, piel suave, corrector el color RGB, tono, exposición, intensidad de cada zona, y una serie de coordenadas para ajustar el balance de blancos y la saturación.
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