Haciendo balance de Windows 8: el nuevo Windows Vista de Microsoft

Windows 8 no está siendo un éxito de ventas. La adopción del sistema operativo de Microsoft es lenta desde el principio en comparación con sus predecesores. En este artículo se analizan las causas que han derivado en la conclusión que lleva tiempo circulando por la red: Windows 8 es el nuevo Windows Vista. Tal vez sea verdad, tal vez sea un producto incomprendido.

Si nos atenemos al significado del concepto "sistema operativo" (programa o conjunto de programas que efectúan la gestión de los procesos básicos de un sistema informático, y permite la normal ejecución del resto de las operaciones), Windows 8 cumple bien con su cometido, es rápido, seguro y estable. ¿Qué ha ocurrido entonces?

Windows 8, historia de un desembarco

Microsoft no escatimó esfuerzos

El fabricante del sistema operativo ha sabido desde el principio que Windows 8 era una apuesta de alto riesgo, donde se jugaba el liderazgo en esta década. La nueva interfaz de usuario suponía un cambio importante en la manera de trabajar y un esfuerzo de la industria del software para suministrar aplicaciones tipo “Metro/Modern UI”.

Microsoft puso a disposición de los desarrolladores (aunque accesible para el público en general), en septiembre de 2011, una versión preliminar: Windows Developer Preview. Con ella tuvimos la mayoría una primera toma de contacto con el producto.

Unos meses después, en febrero de 2012, Microsoft ofrecía una versión mucho más pulida del sistema operativo: Windows 8 Consumer Preview, Esta vista previa del sistema era bastante funcional, y se podía instalar en una máquina virtual, donde funcionaba con fluidez. La versión no dejaba lugar a dudas sobre el concepto "Windows 8". En Genbeta se analizó a fondo esta entrega (parte 1 y parte 2).

El 26 de octubre de 2012 se produjo el lanzamiento mundial de Windows 8, con un precio de salida muy competitivo para la versión "Pro": 29,99 euros, para la actualización general de sistemas operativos anteriores de Microsoft (desde XP), y 14,99 euros en promoción especial. El nuevo sistema se podía comprar en Internet, con un proceso de actualización largo, aunque sencillo.

Primeros datos y reacciones

Existía mucha expectación respecto de la acogida de Windows 8 por parte del mercado. A los tres días del lanzamiento oficial conocimos los primeros datos de ventas: cuatro millones de actualizaciones vendidas. Steve Ballmer manifestó entonces que “el nivel de interés y entusiasmo por Windows 8 y Surface ha sido impresionante“.

Después silencio.

La salida de Windows 8 se vio empañada por las quejas de los usuarios y comentarios muy duros de la prensa especializada. Frases del tipo, "[Windows 8] es el mejor regalo de navidad para tu peor enemigo", o artículos con titulares tan llamativos como un universo alternativo, o un paseo por Marte (ambos referidos a la tienda de aplicaciones Windows Store), empezaron a granjear mala fama al producto.

Microsoft no ofrecía cifras oficiales de ventas un mes después del lanzamiento y las conjeturas se dispararon. ¿Qué estaba pasando con las ventas de Microsoft? ¿Estábamos otra vez bajo el síndrome de Windows Vista? Los análisis sobre el tema se sucedían y lo cierto es que las ventas de Windows 8 estaban por debajo de las previsiones de Microsoft.

Las expectativas del gigante de Redmond eran otras muy distintas: vender 400 millones de copias antes de julio de 2013. Muchos se preguntaron entonces si Microsoft no había pecado de optimismo, y otros ya apuntaban a un enorme batacazo de la compañía.

A finales de noviembre de 2012 se conocía otro dato oficial: 40 millones de licencias vendidas. En enero de 2013 ya eran 60 millones. Estas cifras contradecían algunos análisis precedentes, pero no sirvieron para cambiar la percepción de que Windows 8 había comenzado con mal pié.

Microsoft culpó en parte a los fabricantes de hardware, por no haber lanzado a tiempo equipos con Windows 8. Esta actitud tenía su razón de ser: retroceso del mercado de PCs y acumulación de stocks. Ante la recesión económica, prudencia antes de invertir en productos nuevos, animados además por un sistema con poca aceptación. Una pescadilla que se mordía la cola.

Microsoft diseñó Windows 8 con vistas al mercado de las tabletas, al que ha llegado tarde, haciendo competencia a los fabricantes de hardware con un producto propio: Surface. Esta situación no ha favorecido el interés de terceros por "ayudar" a Microsoft a posicionar en el mercado su sistema operativo.

Windows 8 no ha tenido el apoyo generalizado de la industria

Tampoco ayudó la negativa de gigantes, como Google, que no mostraron interés por el entorno Modern UI. Por su parte, la tienda de aplicaciones no cumplió con las previsiones del fabricante: 100.000 aplicaciones para enero de 2013. Lo consiguió bastante después, con un catálogo que deja mucho que desear. Hay pocos programas Modern UI decentes, la mayoría son de relleno, cuando no auténtica basura.

Ante tan agrio panorama, Microsoft escuchó las quejas, rectificó y se sacó de la manga una actualización denominada Windows 8.1, recuperando aspectos muy demandados por los usuarios: botón inicio y la posibilidad de arrancar en el escritorio tradicional, entre otras muchas cosas.

Windows 8.1 causó buena impresión, aunque la experiencia de actualización vía Windows Store no lo fue tanto. En cualquier caso, no ha sido suficiente para animar las ventas, que continúan una marcha lenta.

Windows 8, las claves del rechazo

Un sistema híbrido que no convence

Para el usuario no técnico, el público en general, responsable a nivel de compras del éxito de un producto, Windows 8 comporta un cambio radical en la experiencia de uso que no ha sido bien recibido. El sistema quiere atender las necesidades de escritorio y tabletas, no destacando en ninguno. El aspecto lúdico que comporta el consumo de contenidos no encaja con las necesidades profesionales.

El día que Windows se transformó en "Window"

En el entrono PC, parece un Windows 7 con una pantalla de inicio animada, superpuesta. En el entorno tablet comporta una buena experiencia, hasta que se ejecuta el escritorio tradicional como una aplicación más, quitando la gracia que brinda el estilo moderno, además de verse mal en ese tamaño de pantallas.

La pantalla de inicio no tiene un punto claro de entrada (el famoso botón). El modo de ventana única carece de referencias para el usuario no experto, le faltan elementos clave: botones para modificar el tamaño de las ventanas, cerrar éstas o saltar entre ellas con la facilidad que comporta una barra de tareas "a la vista". Todo permanece oculto, es poco amigable en este sentido y, por lo que se está viendo, no ha conseguido enamorar a este tipo de usuario.

Requisitos de hardware

Pensando en el momento del lanzamiento, si bien Windows 8 se ejecuta con propiedad en cualquier máquina que mueva con soltura Windows 7, requiere una inversión adicional en hardware para sacarle todo el partido.

Los monitores contemporáneos de Windows 8 no daban la talla

La resolución estándar de pantalla entonces (1280x1024), no satisfacía la mínima para mostrar dos aplicaciones Modern UI de forma simultánea (1366x768). En los ordenadores portátiles el problema era más acuciante. Windows 8.1 ha solucionado este inconveniente en parte, pero la solución ha llegado tarde; la "mala prensa" ya había hecho su efecto.

Las empresas huyen de los inventos

Las empresas han sido reacias a la adopción de Windows 8

Para el mundo empresarial, los equipos informáticos son una herramienta más, que requieren la destreza del usuario. Si un sistema operativo supone la formación del personal en la nueva tecnología, eso se traduce en costes. La compra de hardware adicional también. La crisis económica mundial no ha sido el marco idóneo para que las empresas distraigan recursos para ambos menesteres.

El factor precio

Quitando el atractivo de los precios en la campaña de lanzamiento, Windows 8/8.1 no es barato. Es el sistema operativo de escritorio de uso general más caro del mercado. Más que nada porque otros actores lo suministran gratis. Para el usuario que no actualizó en su día, la licencia supone una inversión nada desdeñable.

Windows 8, ¿el nuevo Windows vista?

Estamos finalizando enero de 2014, lo que antaño eran meras suposiciones, aunque amparadas en datos objetivos, ahora se han convertido en certeza: Windows 8 no se ha vendido bien y todo apunta a que Microsoft quiere alejarse de esta etapa (y nombre), con otra propuesta: Windows 9.

La pretensión de unificar interfaces para comodidad del usuario tiene sus peligros: en el intento de querer llegar a varios sitios a la vez, se corre el riesgo de quedarse en mitad de ninguna parte. En el mercado hay un ejemplo claro de que la diversificación funciona: Apple, y también el ejemplo de que las interfaces de PC con aire de tabletas, no terminan de gustar a muchos usuarios: Ubuntu/Unity.

Microsoft tiene un gran reto por delante con la próxima generación del sistema operativo. Puede aprender de su propia experiencia y de la ajena. ¿Hará Windows 8 bueno el refrán: quien mal empieza mal acaba? Por lo visto hasta el presente, sí.

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