La publicidad personalizada podría afectar a nuestra autoestima, según la Harvard Business Review

La publicidad personalizada podría afectar a nuestra autoestima, según la Harvard Business Review
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A pesar de que la publicidad dirigida o “target advertising” no constituye novedad alguna –de hecho, se ha convertido en un imprescindible de las marcas- y no obstante la popularización de múltiples herramientas online que permiten mostrar determinados productos basándose en las preferencias habituales del internauta y su historial de navegación; parece que su influencia va más allá.

Sí, porque un nuevo estudio llevado a cabo por la Harvard Business Review ha puesto de manifiesto que estos anuncios personalizados podrían llegar a afectar no solo a nuestras decisiones de compra sino también –y de manera positiva- a la forma en la que nos percibimos y hasta a nuestra propia autoestima. Pero, ¿cómo?

Qué dice el estudio

De esta manera, la investigación, que fue llevada a cabo con hasta 188 estudiantes universitarios, llegó a la conclusión de que esta clase de estrategias (behavioral targeting) serían capaces de lograr, incluso, que donásemos más dinero a causas solidarias y similares. Pero prestemos atención a los datos recabados.

En concreto, el experimento comenzó cuando los científicos dividieron a los sujetos en dos grupos y les mostró un bono de Groupon de un restaurante sofisticado. A los individuos del primer conjunto se les dijo que la oferta les había aparecido fruto de su historial de navegación, mientras que a los segundos se les aseguró que se había tomado como referencia su información demográfica.

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¿El resultado? Que los que creyeron en su ”comportamiento online” fueron considerablemente más propensos a comprar el cupón. Una decisión que el documento atribuye a que nos gustan aquellos dirigidos que reflejan gustos sofisticados porque, precisamente, nos hacen sentir así. Algo un tanto ridículo, ciertamente pero que parece funcionar, pues ya se sabe cuán indefenso es el ser humano ante el elogio.

Para verificar su hallazgo, los investigadores repitieron el proceso con el anuncio de un reloj también “prestigioso” con resultados muy similares. Además, el grupo A se calificó a sí mismo como más refinado. Un tipo de percepción que favorece las ventas e influye en la autoestima del potencial cliente que, en este caso, creía que este tipo de productos se le mostraban como consecuencia de su comportamiento pasado.

De hecho, y según afirman los analistas, esta clase de prácticas podrían ser utilizadas con fines benéficos –un punto en el que la descripción del bien en cuestión resulta básica-, impulsar a los vendedores y anunciantes a ser más transparentes –si sus productos implican cualidades positivas-, etcétera. Un hecho que, por cierto, también nos hace pensar que podría ocurrir todo lo contrario, es decir, que ciertos anuncios nos hagan sentir codiciosos o similares; aunque el estudio no comenta nada al respecto.

Vía | Harvard Business Review

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