Resumamos lo acontecido en los últimos días. WikiLeaks desvela que Estados Unidos se sirve de una red llamada TrapWire para videovigilar a la población. Diseñada en 2004 por ex agentes de la CIA, TrapWire es una herramienta que se alimenta con diversos algoritmos para combinar los datos de la red de cámaras de vigilancia de Estados Unidos y analizar individualmente a cada ciudadano usando, entre otras, tecnologías de reconocimiento facial.
Se trata de un sistema único de software predictivo que detecta patrones de vigilancia y planificación logística antes de un ataque, según dicen en Stratfor. TrapWire registra cualquier actividad que se considere como sospechosa y es analizada y comparada con los datos recogidos de otras áreas de internet con el fin de identificar patrones de conducta que indiquen la planificación de atentados terroristas.
Y esos "patrones de conducta" lo mismo pueden ser anunciar que "vamos a quemar Nueva York", como decir "pork, cloud y Mexico" como hacer fotografías en la calle, realizar mediciones o marcar algo en un lugar público. Si una misma persona es descubierta en varios lugares haciendo cosas malas, el sistema lo ficha. Adiós a los corazones grabados en los bancos del parque y adiós a las fotos de turista, en la línea de lo que se viene perpetrando ya en muchas ciudades después de la paranoia post 11-S.
¿El fin? Lo de siempre: detectar posibles amenazas terroristas o criminales. ¿Los medios? TrapWire. ¿Los recursos? De momento 832.000 dólares es lo que ha supuesto el despliegue de la red sólo en dos ciudades como son Washington DC y Seattle. Por su parte, desde Nueva York el jefe de la Policía ha negado que use TrapWire en sus 500 cámaras de videovigilancia.
Anonymous no ha esperado demasiado antes de explicar lo evidente: que esta herramienta puede volverse en contra de los intereses de los ciudadanos que la costean, como si el mundo siguiera un guión escrito por el mismísimo J.J. Abrams. Para dar fuerza a esta visión, opina Jay Stanley, Director de Educación Pública del Programa de Libertad de la ACLU, que ve difícil distinguir un terrorista entre millones de turistas (por ejemplo). Pero volvamos a Wikileaks:
WikiLeaks reveal secret, widespread #TrapWire surveillance system | RT rt.com/usa/news/strat… #WikiLeaks #gifiles
— WikiLeaks (@wikileaks) agosto 10, 2012
WikiLeaks, esa organización molesta
WikiLeaks descubre unos documentos que parecen sacados del guión de una película de conspiranoias y se produce una curiosa correlación: cae WikiLeaks con todo el peso de los datos que alberga en sus servidores y que repercute en quienes se conectan a ellos. Para contrarrestar el efecto del ataque sufrido, la organización de Assange abre el ancho de banda hasta 10 gigabits por segundo.
La organización habla de un masivo ataque informático, un DDoS en toda regla. ¿La razón? A saber. Assange y los suyos son personas non gratæ en Estados Unidos, por lo que cualquier cosa se puede esperar, pero choca esta coincidencia en el tiempo. Desde el mes de mayo, WikiLeaks no sufría un ataque similar en sus ordenadores.
¿Quién hay detrás del DDoS? ¿Se trata de una operación preventiva dirigida a evitar la filtración de TrapWire? Puestos a darle un nombre, los causantes del daño se hacen llamar AntiLeaks, una extraña organización que dice atentar contra WikiLeaks por sus actividades, sin dar mucho más detalle. Desde el Partido Pirata de Reino Unido dicen que para realizar un ataque como este son necesarias al menos 1.000 máquinas, es decir una infraestructura considerable.
Si las matemáticas no fallan, 1+1 siguen sumando 2. No faltará quien apunte a que la CIA se esconde tras ese grupo llamado AntiLeaks, que parece ser una organización de hackers a sueldo capaces de venderse por unas buenas mazorcas asadas.
La guerra silenciosa se libra en la red
Vivimos tiempos de guerra, y quien no lo quiera ver puede buscar en Google el oculista más cercano. Se trata de una guerra sin disparos, silenciosa, como lo fue la guerra fría. Es una guerra que enfrenta las grandes corporaciones y los grandes intereses del mundo financiero con los intereses de las personas que se han unido a lo largo y ancho del mundo utilizando la red. Y en esa guerra, las batallas se libran poniendo coto a quienes se rebelan contra la situación y denuncian públicamente lo que sucede.
En esta guerra hay un poco de todo. Mientras a unos los pillan por montarse una CIA 2.0 de estar por casa, otros prosiguen su camino de poner en práctica las enseñanzas de los clásicos. De la faceta más oscura de Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, para ser precisos. O de la imagen del personaje histórico que ha trascendido, habría que matizar.
Un instrumento que es capaz de monitorizar la vida de las personas gracias a la combinación de los circuitos de videovigilancia con los movimientos online resulta una brillante vuelta de tuerca a la vigilancia preventiva. Quizá el próximo paso sea quitar del medio a los disidentes, si no es que ese paso se ha producido ya. Y sí, todo esto suena a película de espionaje y ciberparanoias, exactamente igual que suena TrapWire, un anillo (de cámaras) para gobernarlos a todos.
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