En Australia había una vez una Primera Ministra llamada Julia Gillard. Esa Primera Ministra dijo una vez, allá por 2010, que censurar Internet era una cuestión moral. Meses antes, en época de elecciones, la misma Primera Ministra había pospuesto la aplicación de un filtro censor promovido por el sector religioso del país que, con la excusa de la lucha contra la pornografía infantil, censuraba información sobre el aborto, la eutanasia, la anorexia o imágenes de mujeres con senos pequeños porque podían dar a entender que eran niñas.
Cuando pasó la época de las elecciones, esa misma Primera Ministra recuperó la idea del filtro, lo que le valió las críticas de Google, Yahoo, Microsoft e incluso del Departamento de Estado de EE.UU.
Unos dos años después, la pasada primavera, la Primera Ministra Gillard firmó un acuerdo bilateral de ciberseguridad con los Estados Unidos de América con el fin de vigilar la red escudándose en la protección de las cacareadísimas infraestructuras críticas. Ahora, que vuelve a ser época de elecciones, Gillard ha decidido poner la vigilancia de Internet en la nevera, no vaya a ser que le reste votos, y se supone que incluye ese acuerdo bilateral.
La cosa es que el Fiscal General de Australia, Nicola Roxon, ha decidido no publicar los borradores de las nuevas leyes de la vigilancia de Internet para que la ciudadanía pueda saber qué es lo que planea la Primera Ministra de la censura. En su lugar, ha publicado una especie de panfleto introductorio que explica algunas de las medidas de la nueva legislación.
Entre otros, se habla de retención de datos obligatoria, forzar a la ciudadanía a entregar las contraseñas de sus ordenadores a las autoridades (¿qué autoridades?), intercepción de las comunicaciones, regulación gubernamental de los estándares de seguridad de las teleoperadoras y la ampliación de los poderes para realizar registros arbitrarios y aleatorios por parte de la Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia. Carcajéense del Gran Hermano.
Como siempre, este tipo de medidas son ultra-necesarias y deberían adoptarse de la forma más rápida y urgente posible con tal de "arreglar los problemas de seguridad existentes de las infraestructuras críticas". Seguro que será por eso han decidido aplazarlo todo hasta que pasen las elecciones.
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Vía | Sydney Morning Herald Imagen | Mogs Oceanlane