Ni el lenguaje de programación ni las funciones de un programa de ordenador pueden patentarse, ya que de hacerlo se caería con suma facilidad en prácticas monopolísticas que interesan muy poco al progreso técnico y al desarrollo industrial. Con esta idea, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha recordado en una sentencia emitida hoy que en el Viejo Continente priman otros valores.
Todo viene por una trifulca legal entre el SAS Institute y Word Programming Limited. La primera de ellas es una firma de Carolina del Norte muy conocida por sus programas de gestión de datos y estadísticas escritos en lenguaje SAS, mientras que la segunda, de Reino Unido, aprovechó la base de ese lenguaje y le añadió conectividad con fuentes de datos externas. ¿Cuál es el problema? Que en Estados Unidos los lenguajes tienen dueño mientras que en Europa no.
De hecho, tal y como recuerda la sentencia del Tribunal, aquí no hay espacio para el derecho de autor:
Ni la funcionalidad de un programa de ordenador ni el lenguaje de programación o el formato de los archivos de datos utilizados en un programa de ordenador para explotar algunas de sus funciones constituyen una forma de expresión. Por ello no disfrutan de la protección de los derechos de autor.
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