"Cuando llegamos ya no quedaba mucho", explica uno de los asaltantes al cuartel de los servicios de la Seguridad del Estado egipcio. Fue divisar el humo e intuir lo que estaba pasando. Se estaban borrando las últimas pruebas. La policía no permitía el acceso a los bomberos. Cumplían con su nueva obligación: garantizar la transición ordenada. Tapar todo lo que sea posible.
Las máquinas ya habían hecho su trabajo días antes destruyendo kilos de papel. Pero cientos de ciudadanos asaltaron el cuartel y a las pocas horas comenzaron a publicar documentos en Facebook que demuestran, por ejemplo, que en 2003 había casi 10.000 personas en mazmorras secretas, alguna de ellas desde hacía 14 años como relata Enric González en El País.
La página de Facebook que está publicando los documentos obtenidos en el asalto es Amn Dawla Leaks (Los "leaks" de la Seguridad del Estado) y allí se pueden encontrar evidencias de listados de ciudadanos que incluían sus contraseñas en la propia red social.
Por supuesto la inteligencia de Mubarak contaba con innumerables y detallados informes realizados mediante seguimientos fotográficos y escuchas telefónicas sobre egipcios que después, en muchos casos, recibirían una sesión de torturas, quizás, allí mismo. Mientras Occidente permanecía encantada de haber conocido a Mubarak, el vigía que frenaba el islamismo mientras torturaba a los jóvenes laicos que querían democracia y libertad.
Por cierto que entre las pruebas que han sobrevido a la hoguera están las que demuestran el control y vigilancia que sobre las minorías cristianas ejercía el régimen del "amigo" Mubarak. El "expediente copto": miles de páginas.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas había hecho un llamamiento para que los documentos fueran entregados a los militares, porque su difusión podía poner en peligro la seguridad nacional o la vida de ciertos individuos. Lo de siempre. A los militares, bajo sospecha, no les han hecho mucho caso. Ahora los documentos están siendo publicados en la red o están en poder de la oposición, pero también en algún caso de los familiares de los asesinados y desaparecidos.
Mientras el morbo occidental se centra en el vídeo sexual de una princesa de la familia real de Kuwait e incluso se sugieren en voz baja los nombres de relevantes personalidades en los títulos de la videoteca sexual que incluye grabaciones de ilustres invitados que visitaban El Cairo y que se alojaban en lujosos hoteles con cámara fija en el armario (y techo).
Aunque entre los demócratas de El Cairo eso no interesa. Gente seria y con valores. Allí están detrás de componer el puzzle de las pruebas no del todo chamuscadas. Por ejemplo sobre la colaboración con el FBI de los eficaces agentes de Mubarak. No ya la CIA, que eso lo sabe todo el mundo.
Sin olvidar importantes pruebas sobre los negocios de la familia Mubarak y el doble juego de políticos como el secretario general de la Liga Árabe que es ahora el candidato ideal para las cancillerías europeas y el Departamento de Estado de Hillary Clinton.
Pero una de las pruebas sobre las que primero se trabajó es la que hace referencia a la existencia de un cuartel secreto de la Seguridad del Estado que se encontraría en la zona más antigua de El Cairo y en la que podían haber sido llevados los "desaparecidos" que fueron conducidos con los ojos tapados a "cárceles secretas" durante los días de la revuelta. Por cierto que todavía no han sido liberados, como en Túnez, todos los presos políticos.
Además los matones de Mubarak han vuelto a salir a las calles con palos y machetes para atemorizar a los ciudadanos que se acercan al ministerio del Interior (y otros) con idénticas intenciones: preservar las pruebas de los crímenes de Estado. El enemigo del pueblo todavía guarda la llave de los secretos aunque ya le tiembla el pulso.
Ayer cuando se cumplían ocho meses del asesinato del bloguero Khaled Saeed alguien encontró restos de la documentación que servirá para condenar a sus asesinos. Aunque el primer responsable todavía no haya sido detenido.
Imagen | Amn Dawla Leaks