El Ejército egipcio está torturando a un hombre al que ha detenido, bajo mi ventana. A plena luz del día y ante un grupo de viandantes. Le aplican descargas con una porra eléctrica de 25 cm, le azotan. Desnudo de cintura para arriba, en su espalda se ven las marcas del látigo.
Paran y vuelven a empezar. Le echan agua antes de volver a aplicarle electricidad. La impunidad es tal que no les echan atrás los curiosos ni los extranjeros que son testigos del maltrato.
Vía | Nuria Tesón (eskup.elpais.com)