Toda una odisea legal y 100.000 dólares es el coste que ha tenido para un ciudadano estadounidense, Jeffrey Ervine, la eliminación de una mentira indexada en Google. Un joven de 26 años, que había ido a la cárcel tras una denuncia de este hombre, lo acusaba de estafador.
Los europeos tienen derecho a solicitar, bajo ciertas circunstancias, que enlaces a datos personales no figuren en los resultados de una búsqueda realizada con su nombre. Es el llamado derecho al olvido y se puede ejercer rellenando un formulario. En los primeros tres años de aplicación Google ha borrado 1 millón de URL de las 2,4 millones cuya eliminación se ha solicitado. Aunque la información publicada debe ser veraz. Si no, debemos ejercitar otros derechos en torno al honor, injurias, calumnias... como sería el caso.
En otros países como Estados Unidos, sin embargo, no existe tal derecho ni para los casos más extremos y mucho menos para los datos inexactos o falsos. Allí la batalla por el olvido se libra en territorios como los juzgados en todos los casos, como comprobó el protagonista de esta historia contada por NPR.
100.000 dólares gastados en abogados
Jeffrey Ervine, experto en finanzas y negocios, había sido director de operaciones de un fondo de cobertura que administró más de mil millones de dólares. Más tarde emprendió su propio fondo y ahora dirige Bridg-it, una empresa de la que es fundador y presidente, que ofrece protección frente a la intimidación en internet.
Fue en 2010 cuando se enteró, gracias a diversos contactos profesionales ubicados fuera de Estados Unidos, que el primer resultado que aparecía en Google al buscar su nombre conducía a una web en la que aparecía una foto suya y de su mujer con un texto que lo señalaba como estafador.
El autor era un joven con el deseo de desacreditar a Ervine, quien lo había denunciado por fraude. En el pasado se había hecho pasar por millonario junto a su familia según explica la información de NPR. El sujeto fue sentenciado a 42 meses de prisión y más tarde deportado a Turquía. Desde allí fue desde donde creó el sitio web.
Dados los problemas profesionales que le estaba ocasionado un descrédito tan bien posicionado en Google, Jeffrey Ervine llevó a cabo diversas acciones para eliminar la mentira del buscador. Primero contactó con la compañía de Mountain View, que ignoró su petición dado que en Estados Unidos no es obligatorio eliminar el contenido difamatorio o las mentiras de los resultados de búsqueda. En todo caso lo considera si hay un fallo judicial.
El siguiente paso, dado que el primero no funcionó, fue demandar al creador de la página web a través de sus abogados. Necesitaron más de un año para establecer la jurisdicción, entregar la documentación en el extranjero y ganar el caso. Tras ello, un juez estadounidense se disculpó ante Ervine en nombre del sistema de justicia del país visto que no había sido capaz de solucionar su situación más sencillamente.
Con la sentencia en la mano, la enviaron a Google. El buscador se tomó unos meses para contestar afirmativamente a la petición de eliminación, la cual llegó un mes más tarde de la confirmación. No obstante, los resultados con su nombre indicaron durante meses que habían sido alterados. La odisea le costó meses y meses, más de un año, de trámites legales, judiciales y 100.000 dólares en honorarios.
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