Meta, la matriz de Facebook, WhatsApp e Instagram, es desde hoy integrante de la lista de organizaciones "terroristas y extremistas" del Rosfinmonitoring, el Servicio Federal de Supervisión Financiera de la Federación Rusa. Esto tiene lugar tras la presentación en marzo de una demanda por parte de la Fiscalía General de la nación eurasiática.
Igor Kovalevsky, portavoz del FSB (los servicios secretos rusos) acusó entonces a Meta de instigar una "guerra informativa" contra el Ejército ruso.
¿Qué consecuencias tiene esto?
Eso significa que, a partir de ahora, en virtud del artículo 282.3 del Código Penal ruso, cualquier empresa rusa que opere con acciones de Meta o que, meramente, se anuncie en Facebook o Instagram podrá ser acusada de colaboración en actividades de una organización terrorista. Aparentemente, la popular aplicación de mensajería WhatsApp estaría excluida de estas medidas y podría seguir operando con normalidad.
Paul Chikov, abogado ruso de derechos humanos, afirmó en Telegram que los usuarios podrían ser procesados, por ejemplo, por "cualquier exhibición pública de símbolos" de Meta: en tarjetas de visita, en las puertas y carteles de comercios, o en sitios web. Al menos, eso viene siendo el procedimiento habitual en casos previos de organizaciones que se incorporan a la lista de organizaciones terroristas, según el artículo 20.3 del Código de Infracciones Administrativas ruso.
¿Qué ha motivado esta decisión?
El gobierno de Putin ya prohibió el acceso a Facebook desde su territorio en marzo de este año (efectos prácticos, un gran número de sus usuarios rusos han seguido conectándose a la red social y a Instagram gracias al uso de software VPN), después de que la red social decidiera alterar su política de moderación de contenidos...
...para permitir expresamente el discurso de odio antirruso, citando como motivación de ello el conflicto ruso-ucraniano. Así, se permitían mensajes como "¡Muerte a los invasores rusos!", aunque luego Facebook matizó que dichos mensajes sólo se permitirían si se publicaban desde dentro de las fronteras ucranianas.
Vía | Atlantic Council
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