Tras más de un año planeándolo, tu viaje a Indonesia ha sido increíble. Has tomado miles de fotografías, has comentado las hazañas en Twitter con un hashtag propio, y te mueres de ganas de contárselo todo. Pero adivina: nadie quiere saber nada de tu viaje. Y no es nada que nos saquemos en la manga, es el resultado de un estudio hecho por Psychological Science que reflejan en NYT.
Este estudio afirma que cuando dos personas han hecho el mismo viaje no dudan en compartir las experiencias y disfrutar de la conversación. Pero el resto de personas "entornan los ojos" viendo cómo compartes tu felicidad por todas las redes sociales. Es más: si la experiencia es mala, esa interacción en las redes mejora.
El "coste" de tener experiencias extraordinarias
El estudio es relativamente sencillo: 76 personas vieron algunos cortometrajes y los calificaron, obteniendo así los cortos con la mejor nota y otros con la peor. Luego, 68 personas diferentes al primer grupo fueron llamados para que un 25% viese un corto con buena nota y el resto viese otro con malas reseñas.
El resultado: los que luego compartieron en las redes sociales lo mucho que les gustó el corto con buena nota no obtuvieron una buena experiencia. O sea, no había un diálogo entretenido. Justo al contrario de lo que se predecía y de lo que todos pensamos, mientras que los que vieron cortos más ordinarios tuvieron debates más entretenidos.
Podría contaros mi conclusión al respecto, pero creo que el Doctor Loewenstein lo hace mejor diciendo que "deberíamos saber mejor cuando mantener la boca cerrada" tras volver de un viaje. Aunque ese viaje haya cambiado vuestras vidas, puede que al resto de personas no les importe.
Imagen | Moyann Brenn
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