Error en Matrix: pastelitos, #quesejodan y cintas de vídeo

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Nunca dejará de sorprenderme la capacidad que tienen algunos medios tradicionales de meter la cabeza en un agujero muy profundo y hacer como que no pasa nada mientras en la calle, y por lo tanto en la red, hierven protestas, propuestas y propósitos de enmienda. Dos realidades paralelas que no se complementan sino que día a día se separan un poco más al elaborar cada una su propio retrato de lo que se supone que sucede.

Del #quesejodan de Andrea Fabra, que lleva camino de convertirse en la canción del verano para hacer una rave en el aeropuerto de su padre, no hubo más remedio que informar porque era mediático a más no poder y daba todo el juego del mundo. Pero, ¿qué se fizo, las repercusiones del exabrupto de la diputada?

Mientras pasa un cardo ruso revoloteando en la tele de verano, como si no hubiera nada que contar más allá de los encierros, recuperamos algunas de las consecuencias del #quesejodan de Andrea Fabra, a quien alguien comparó con María Antonieta en aquella salida que se le atribuye, cuando la población le mentaba la madre porque estaba hambrienta no, lo siguiente. ¿Que no tenían pan para comer? ¡Pues que comieran pasteles! A la reina de Francia le cortaron el cuello. De la hija de Fabra sólo piden la cabeza por internet. Más de doscientos años nos separan... a algunos.

Esa irrealidad de vivir en Matrix que se le atribuía a la esposa de Luis XVI y que ahora sirve para ilustrar la brecha entre Fabra y el populacho es una irrealidad que se vive de forma paralela en ciertos medios donde lo que prima es el espectáculo del momento, el grito, los aplausos, el jaleo. Mientras, la red se solaza en el grito, los aplausos y el jaleo - faltaría más, - pero también elabora sus propias conclusiones y sus propias resoluciones.

En la red el #quesejodan ya ha evolucionado y ha pasado por todos los estadios habidos y por haber. Desde la vertiente paródica o autoparódica, mutado en un #quemejodan que pasó a ser un gregario #quenosjodan a modo de lamento colectivo, hasta llegar a un resolutivo #quesejodanellos, y aquí es donde el poder de convocatoria de los medios de la ciudadanía choca con la atención que deparan los medios concentrados en muy pocas manos.

Autocensura y contraste de informaciones

Me apunté un tweet muy curioso hace unos días, y creo que es una buena ocasión para desempolvarlo. Es de la directora y presentadora del programa 'Salud Hoy' de Intereconomia TV, y quizá por eso precisamente me llamaron la atención sus palabras:

Pues estoy muy de acuerdo con Lucía Barrera. Hoy por hoy, con la de formas que hay de contrastar lo que nos echan, lo verdaderamente importante pasa a ser que quien informa no se corte demasiado, que cuente (con honestidad) lo que ve, entiende y cree entender. Luego el contraste ya hará que sus palabras se contextualicen, pero de momento que cuente lo que está pasando.

Y de eso es de lo que hablamos. Avanzamos en la historia y nos encontramos con una serie de personas que deciden manifestarse porque mientras gente como Fabra faltan al respeto a la ciudadanía en la cámara de los representantes del pueblo, lo verdaderamente importante es que los ciudadanos sienten que ya no hay ni para pan ni para pasteles ni para harina siquiera, así que comienzan a movilizarse. Por internet, claro. "Que se jodan ellos", dicen.

Y luego van los funcionarios, a quienes les han tocado el sueldo. Y cuando se movilizan, ocurren cosas como esta, que vemos de primera mano en cuanto el autor de las imágenes, que no está por la labor de censurarse, lo sube a YouTube:

O cosas como esta, que repugnan a cualquier persona con un mínimo de principios éticos y morales. Pero es lo que hay, es lo que pasa en la calle; y como es lo que hay, así se ofrece en la red:

Luego ya sabremos si estas personas hicieron algo para merecer esos tratos por parte de la Policía (ejem...) o si, como parece, hubo violencia gratuita a la hora de tratar a unos manifestantes que no tienen mucha pinta de ir a atentar contra la seguridad de los ciudadanos. Ese será el trabajo de contraste que pueda hacer el receptor del mensaje. De momento, lo fundamental es que el mensaje está ahí, a disposición de todos:

Que nos quiten internet

No parecen enterarse demasiado en los medios tradicionales, donde se habla de "decenas de manifestantes". Pero es que para contar las cosas en primera persona hay que estar en el lugar de los hechos, y en las últimas jornadas se cuentan con los dedos de una mano los periodistas que están cubriendo toda esta movida promovida en la red. Sólo hoy, cuando la bola de nieve ya es demasiado grande como para ocultarla por más tiempo, algunos medios tradicionales hablan ya de miles de funcionarios que protestan junto al Congreso.

Pero tanto da, porque hay algarabía para todos. Mientras los funcionarios reciben palos que se conocen por internet, El Mundo informará de desmanes como el de Callao, donde la Policía se lía a porrazos contra los asistentes a un evento cultural de la talla del Mulafest. Son unos 250 chavales que se han congregado para entrar en el cine, donde se va a proyectar la película 'Welcome', un título que cobra tintes tragicómicos cuando irrumpen en la céntrica plaza madrileña los agentes antidisturbios:

Nuevamente, la red es testimonio de todo lo que está pasando. Hace unos días, comentaba yo por Twitter con un amigo de la infancia algo sobre la sonrisa que se le dibuja a la gente en medio de la gris ciudad gracias a las redes sociales y los smartphones. ¿Cómo si no podríamos ver tales muestras de evasión de la gris realidad que nos rodea?

Estoy de acuerdo, pero voy un poquito más allá. A menudo, cuando se evidencian tantos abusos como los que estamos viendo, en internet surge la pregunta mítica: ¿Qué tiene que pasar para que la gente tome conciencia de todos los problemas sociales que nos rodean? La respuesta quizá es tan sencilla como aterradora: que nos quiten internet. Sin la posibilidad de desahogarnos, ardería Troya y todo lo demás en cuatro días.

Aunque, claro, también dejaríamos de estar informados y creeríamos que lo que pasa en la calle es lo que nos muestran los medios tradicionales: #quesejodan, "medidas de ajuste necesarias" y "algunas protestas en el sector". Pastelitos audiovisuales para cuando no hay ni pan que acompañe al circo.

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