La absurda historia de la Ley Orgánica de Moda Sostenible

La absurda historia de la Ley Orgánica de Moda Sostenible
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En estos días de furor sopero, hay muchos que escudan y justifican sus posiciones favorables a este tipo de leyes bazofia alegando que “es la ley y hay que cumplirla pese a que no guste“. Personalmente, esta visión me parece bastante triste, así que para intentar explicar por qué no sirve esa justificación, intentaré hacer una analogía.

Imaginemos que estamos en primavera de 2011. En el país llamado B, el calor empieza a apretar, y la ciudadanía empieza a ir a los comercios para renovar sus camisetas de manga larga por unas cuantas de manga corta, generando así un aumento de las ventas de dichas camisetas.

A inicios del verano, la Federación de Fabricantes de Camisetas de Manga Larga (FFCML) observa que sus ventas han caído en favor de la nueva prenda, más acorde con la situación meteorológica. Se reúnen en cónclave y toman una decisión: tomar represalias contra los fabricantes y vendedores de camisetas de manga corta, porque les están restando ventas.

Para ello, realizan labores de presión contra los legisladores, y consiguen que se apruebe la Ley Orgánica de Moda Sostenible, que ilegaliza las camisetas de manga corta y prevé penas de cárcel para todo aquel que fabrique o distribuya camisetas de manga corta o de tirantes.

Y no sólo eso, también queda terminantemente prohibido anunciar y publicitar tanto a los fabricantes como a las tiendas que las venden, por lo que todas las guías comerciales nacionales (Páginas Amarillas), locales (los miles de revistillas de información local), y publicaciones de moda (revistas de tendencias, etc.) están ahora obligadas a retirar de sus páginas los anuncios de las tiendas bajo amenaza de multas y cárcel, perdiendo así una más que sustanciosa cantidad de ingresos.

La FFCML alega que han tenido que hacer el movimiento debido a que las empresas dedicadas a manufacturar camisetas de manga corta, así como las tiendas que las vendían, les estaban robando el pan y provocando una sangría de puestos de trabajo.

Que además, lo estaban haciendo usando material sujeto a derechos de autor, ya que una camiseta de manga corta se basa en un patrón de una de manga larga (lo que constituye un delito contra la propiedad intelectual).

Además, como usa menos tela, las ganancias el lucro era aún mayor y más escandalosas que las suyas. Por todo eso, era necesario un cambio legislativo urgente.

La ciudadanía se enfada y empiezan a surgir voces que sugieren a la FFCML que estamos en verano, hace calor, y que lo más normal en estos casos es cambiar las prendas de abrigo por otras más ligeras. Que si sus ventas bajan, es por el clima, no por la infracción de la propiedad intelectual. Además, también les recuerdan que ellos podrían fabricar prendas de manga corta (¡e incluso de tirantes!), ya que como muy bien indican, se trata del mismo patrón pero usando menos material.

La FFCML empieza entonces a fabricar algunas unidades, muy pocas, de camisetas de verano, y de color negro, vendiéndolas al mismo precio que las térmicas de invierno. Además, cuando el cliente las compra en una tienda autorizada, tiene que firmar un papel que dice que solamente puede llevarlas conjuntadas con la ropa que lleva puesta en el momento de la compra. A ese contrato le llaman Gestión de Derechos Textiles (Textile Rights Management por sus siglas en inglés).

Además, el fabricante se reserva el derecho a requisar la nueva prenda si descubre que se usa en una Combinación No Autorizada, es decir, si uno llega a casa y se cambia de pantalones, resulta una CNA.

En esos casos, una escuadra de policía especial armada con rifles de asalto, tiene potestad para entrar en casa del cliente infractor en medio de la noche y requisar todas las camisetas que encuentren en la casa. Todas. Sin distinción.

Al cabo de poco tiempo, la mayoría de tiendas que se dedicaban a vender prendas de verano, incluyendo tiendas de souvenirs en lugares turísticos, han tenido que cerrar debido a pérdidas económicas.

Alguna que otra que se atrevió a saltarse la prohibición, acabó con su propietario sentado ante un juez, respondiendo a preguntas sobre contrabando de camisetas de manga corta. El resto, siguen en el negocio vendiendo solamente camisetas de manga larga… en Julio.

Un día, un ciudadano bastante harto de lipotimias espontáneas en pleno mes de Agosto, opta por llegar a casa y cortarle las mangas a las camisetas, usando la tela restante para trapos (aunque un trapo hecho de una manga de una camiseta de 30 euros salga muy caro). La gente lo ve por la calle y empieza a ‘reciclar’ aquellas camisetas viejas de manga larga almacenadas en armarios y baúles.

Obviamente, las ventas de camisetas de manga larga vuelven a bajar, ya que la ciudadanía ha empezado a usar sus camisetas viejas. La FFCML se rasga las barbas y se rasga las vestimentas (de manga corta, por supuesto), poniendo el grito en el cielo. Acude al Gobierno con quejas que la nueva moda de usar ropa vieja está matando a su industria, les roba el pan y destruye puestos de trabajo.

Tras ejercer de nuevo presión política, se aprueba una extensión a la Ley Orgánica de Moda Sostenible, por la que cualquier modificación hecha a una camiseta de manga larga, ya sea cortarla o simplemente arremangarse, así como darle la vuelta, constituye una infracción, es ilegal y punible con multas de 3.000 a 12.000 euros.

Sociólogos trasnochados, democraciafílicos bohemios y demás defensores del mangalarguismo, justifican la situación alegando que la ley es la ley, y que hay que cumplirla, guste o no guste. Y si no gusta, hay que cambiarla por la vía democrática, que eso montar boicots y presionar al Gobierno para que legisle en favor de intereses propios es de muy anti-demócrata. Ah, y que a veces no va nada mal llevar manga larga cuando refresca por la noche. Que la gente se queja por vicio.

Ahora hagan el ejercicio de justificar, si se atreven, el cumplimiento de una ley que no sólo les obligara a llevar manga larga en agosto, si no que prohibiera también la fabricación y venta de camisetas de manga corta, prohibiera poner un anuncio de una tienda que venda camisetas de manga corta y que, además, convirtiera en delito el hecho de subirse las mangas para evitar el calor. Sería la ley, y hay que cumplirla, por muy absurda que sea, ¿no?

PS: La imagen que ilustra este post podría llevar, a partir del 1 de Marzo, a cerrar este blog, ya que incluye una palabra que aparece en una conocida serie de televisión, lo que podría incurrir en “infracción de copyright” de los derechos de autor de la productora. Además, aún cuando citamos al autor de la foto, no contamos con su permiso explícito por escrito. Doble infracción.

A su vez, el autor de la camiseta seguramente también esté causando infracción de copyright, a menos que haya pagado una licencia de uso por la palabra “Bazinga!”. Por último, el enlace a la foto con el que citamos, incurre también en delito contra la propiedad intelectual, ya que se trata de un enlace a un producto no autorizado, y por tanto “infractor de copyright”. Triple infracción.

Como puede verse, todo resulta embrolloso y terriblemente absurdo.

Foto | Canto Geek

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