Por qué Occidente está dando consejos anti-cibervigilancia a los atletas de los JJOO de Invierno de Pekín: estas son las razones

Por qué Occidente está dando consejos anti-cibervigilancia a los atletas de los JJOO de Invierno de Pekín: estas son las razones
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Las autoridades chinas prometieron a finales de año que los atletas extranjeros que participen en los Juegos Olímpicos de Invierno que tendrán lugar el mes que viene en su país tendrán acceso sin restricciones a Internet.

Para ello, el régimen de Pekín abrirá una 'grieta' en el 'Gran Cortafuegos' que lleva 19 años levantando y reforzando para controlar las comunicaciones digitales dentro de sus fronteras, y que han usado para censurar webs, buscadores, redes sociales y apps que no se sometían a la censura de sus autoridades.

China ha abierto estas 'grietas' en muy contadas ocasiones, normalmente para los corresponsales extranjeros que cubrían grandes cumbres internacionales. Ahora, volverán a hacerlo, según ha confirmado el COI, en la Villa Olímpica, sedes de competiciones y hoteles para la prensa.

Sin embargo, "poder hablar libremente" no es lo mismo a "poder hablar en privado", y las autoridades de varios países occidentales (como Países Bajos, Bélgica Reino Unido, Estados Unidos, Australia o Canadá) han pedido oficialmente a sus atletas que no usen sus propios móviles y ordenadores cuando viajen a China.

No mires, pero creo que nos están siguiendo

No es que quieran que sus deportistas se hagan luditas durante su estancia en el gigante asiático, sino que recurran a dispositivos 'limpios' (esto es, estrenados específicamente para su uso durante ese viaje), para así poder salvaguardar sus datos personales. Dichos dispositivos serán proporcionados por sus propios comités olímpicos nacionales.

Y todo esto es relevante porque se trata de la primera vez en toda la historia en que las autoridades trasladan a sus deportistas una recomendación expresa de esta naturaleza.

En sus recomendaciones oficiales para viajar a China (no circunscritas a los participantes en estos JJOO), el Departamento de Estado de EE.UU. no sólo recomienda usar portátiles y teléfonos de alquiler o desechables, sino también borrar todos los datos personales de los dispositivos antes de la llegada y en el momento de la salida, así como recurrir al uso de redes privadas virtuales (VPN):

"El personal de seguridad vigila cuidadosamente a los visitantes extranjeros […] los teléfonos, el uso de Internet y los pagos digitales y las máquinas de fax pueden ser monitoreados en el sitio o de forma remota, y las posesiones personales en las habitaciones de hotel, incluidas las computadoras, pueden ser registradas sin su consentimiento o conocimiento".

"Se debe asumir que todos los datos y comunicaciones en China pueden ser monitoreados, comprometidos o bloqueados", concluyen. O, como afirman los responsables del equipo olímpico estadounidense:

"Al igual que los ordenadores, los datos y las aplicaciones en los teléfonos celulares están sujetos a intrusión maliciosa, infección y posible filtración de datos".

Angeli Datt, investigadora principal sobre China de la organización activista Freedom House, advierte de que "usar las redes proporcionadas por los organizadores chinos deja a los visitantes vulnerables a la vigilancia" y que el régimen lleva 5 años tomando toda clase de medidas contra el uso de VPNs.

Ya se sabe qué dicen de los hábitos…

La República Popular China es un régimen en el que la vigilancia masiva (impulsada, además, por su liderazgo en el campo de la inteligencia artificial) tiene un papel cada vez mayor en las vidas cotidianas de sus ciudadanos, acostumbrados a las repentinas censuras masivas de términos en el ecosistema digital chino (pues cuentan con sus propias redes sociales y de mensajería) o a iniciativas como el 'crédito social' (un 'carnet por puntos' de buen ciudadano del que depende, por ejemplo, su acceso al transporte público).

De modo que a muchas naciones occidentales les resulta complicado creer que China renunciará de forma sincera y voluntaria a dejar de ejercer la vigilancia ante la entrada masiva —aunque sea temporal— de periodistas y atletas extranjeros, sobre todo cuando le importa tanto impedir la difusión de 'valores no predominantes'.

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