En los últimos años, Corea del Sur se ha posicionado no sólo como una de las sociedades más tecnológicamente avanzadas del mundo, sino como un laboratorio vivo de innovación digital, que incluso ha apostado por la adopción de asistentes automatizados para el cuidado de sus personas mayores.
Pero su última y ambiciosa apuesta —la de integrar la IA en sus libros de texto escolares— ha terminado en un costoso fracaso, que revela los riesgos de aplicar la tecnología sin suficiente preparación.
La promesa de una educación personalizada
El proyecto, impulsado originalmente por el expresidente Yoon Suk Yeol (destituido hace menos de un año por protagonizar un 'autogolpe'), prometía transformar la manera de aprender en las escuelas: las autoridades aseguraron que los libros digitales con IA ofrecerían enseñanza personalizada, ayudarían a prevenir el abandono escolar y reducirían la carga laboral de los docentes.
Más de una docena de editoriales fueron aprobadas para desarrollar los materiales, con un presupuesto gubernamental de 1,2 billones de wones (unos 850 millones de dólares) y una inversión privada adicional cercana a los 800.000 millones de wones.
En marzo de 2025, los nuevos libros de texto —para matemáticas, inglés e informática— se distribuyeron en las escuelas de todo el país. Sin embargo, la realidad fue muy distinta a la visión optimista de sus promotores.
Las prisas, enemigas de la innovación
Desde el primer día de clases, estudiantes y profesores se enfrentaron a una cascada de fallos técnicos, errores de contenido y confusión sobre cómo utilizar las nuevas plataformas, según desvela News of the World. Ko Ho-dam, un estudiante de secundaria en la isla de Jeju, relató que todas sus clases se retrasaron por problemas técnicos:
"No sabía bien cómo usarlos. Trabajando solo en mi ordenador me costaba concentrarme. Los libros no estaban realmente adaptados a mi nivel".
Además de las frustraciones derivadas de su falta de usabilidad, surgieron debates relativos a la privacidad de datos, al aumento del tiempo frente a pantallas y a la sobrecarga laboral tanto para alumnos como para docentes.
Las críticas coincidieron en un punto esencial: el programa fue demasiado apresurado. Mientras los libros tradicionales requieren cerca de 18 meses de desarrollo y rigurosas revisiones, los de IA se completaron en menos de un año.
Los propios docentes confirmaron que la calidad era desigual, y calificaron el resultado como "claramente improvisado". Es cierto que otros docentes, sin embargo, sí les encontraron algunas ventajas: herramientas de gamificación, personalización y apoyo para alumnos con dificultades.
Rechazo social y conflicto político
El proyecto no solo tropezó en lo técnico: también se convirtió en un foco de controversia política y social. La Federación de Maestros y Trabajadores de la Educación y diversos grupos cívicos denunciaron que el programa había sido impuesto de forma autoritaria, sin suficiente consulta con profesores y padres.
Incluso demandaron al ministro de Educación por "abuso de autoridad". Al final, la valoración ha sido clara: el gobierno ignoró los riesgos y apresuró un experimento con consecuencias potencialmente negativas para los niños.
De hecho, tras la destitución (y detención) del presidente Yoon, su sucesor, Lee Jae Myung, ya había prometido durante la campaña revertir la política de los libros de IA, y en agosto de 2025 el Parlamento oficializó la revocación del programa.
Tras pocos meses de uso, el gobierno decidió retirar su estatus oficial como 'libros de texto', degradándolos a simples materiales complementarios de uso opcional.
Ahora, la Comisión de Desarrollo de Textos, que agrupa a las empresas editoriales, planea demandar al gobierno por las pérdidas sufridas tras la abrupta cancelación del proyecto.
Una advertencia más allá de Corea (y de la IA)
El caso surcoreano ofrece una advertencia útil para otros países que buscan integrar la IA (en realidad, cualquier tecnología nueva) en la educación. Según Lee Bohm, investigador de la Universidad de Cambridge, la clave está en introducir la IA gradualmente, primero en tareas de práctica o apoyo, antes de incorporarla al aula.
"Sólo una integración cuidadosa en el currículo puede hacer que la educación basada en IA sea verdaderamente efectiva".
Mientras tanto gobiernos como las grandes tecnológicas prometen "revoluciones" educativas con IA, este episodio demuestra que sin preparación pedagógica, formación docente y consenso social, la tecnología no basta para mejorar el aprendizaje.
Como resumió un profesor surcoreano:
“El programa no fracasó por la IA, sino por las prisas. Debimos probar, aprender y luego escalar. No al revés".
Imagen | vía News of the World