Hay jefes obsesionados con la productividad, pero también trabajadores que padecen dismorfia: nunca sienten hacer lo suficiente

La dismorfia de la productividad es un término que padecen los trabajadores y que les lleva a trabajar mucho pero nunca sentirse satisfechos de sus logros

Patrick Perkins Etrpjvb0km0 Unsplash
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La productividad es un término del que mucho se está hablando últimamente. Se usa para justificar nuevas decisiones en las dinámicas laborales o para probar nuevas modalidades de empleo que, efectivamente, puedan mejorar el rendimiento.

Por ejemplo, hay muchos directivos diciendo que en la oficina los trabajadores son más productivos que en casa, para pedir el fin del trabajo remoto, aunque muchos estudios no opinen lo mismo o también para probar nuevas formas de llevar a cabo las tareas como con jornadas de menos horas o cuatro días a la semana, en vez de cinco, para tener a empleados más motivados y menos agotados.

En este contexto, los propios trabajadores también podemos sentirnos abrumados con las exigencias, las propias y las de nuestros jefes. Así que hoy vamos a tratar un tema que han tocado nuestras compañeras desde Trendencias y que es la "dismorfia de productividad" que parece ser que mucha gente padece y los psicólogos comienzan a tener en cuenta.

Qué es una dismorfia y cómo se entiende en este caso

Parece ser que la primera vez que se encuentra este término fue en Twitter, ahora acuñada X por su jefe Elon Musk, y fue en julio de 2020. El diseñador californiano Ben Uyeda decía: "Siento que la dismorfia de productividad debería reconocerse como una cosa". Si ahora buscas el término vas a encontrar varios artículos al respecto, sobre todo el inglés (productivity dysmorphia).

En su tuit, el tema pasó bastante desapercibido pero hay medios que han hablado con Uyeda porque él está convencido de que padece este problema. Para empezar, la dismorfia "se suele aplicar a la percepción del cuerpo, como una alteración en la percepción que tenemos del mismo que nos hace percibir defectos o imperfecciones en nuestro cuerpo en los que no podemos dejar  de pensar", como explica Iria Reguera, psicóloga y redactora jefa de Trendencias.

Si la aplicamos a la productividad, es una una alteración en la percepción de la propia productividad o del trabajo que hacemos. Es decir, que logramos algo pero percibimos o sentimos ese logro de una manera diferente a la realidad.

Adicción al trabajo o sentimiento de improductividad

Anna Codrea-Rado, periodista, ha hablado sobre su propio sentimiento al respecto para ilustrarlo con su ejemplo práctico:  cuando publiqué mi primer libro, cada vez que alguien comenta lo orgullosa que debo estar, "siento vergüenza porque simplemente no lo estoy" y para quitar ese sentimiento dice trabajar más duro, esforzarse por ser más productiva... pero a pesar de sus logros sigue teniendo la sensación de no hacer nada en absoluto.

Volviendo a Uyeda, dice que sus amigos lo llaman adicto al trabajo, pero él lo que siente es que por mucho que haga, sus niveles de producción son bajos. El diseñador afirma que aunque se habla poco de ello, él sospecha que podría ser casi tan común como la dismorfia corporal.

Dice conocer a muchas personas objetivamente exitosas que parecen sentir que no están siendo lo suficientemente eficientes o productivas a pesar de una gran cantidad de logros que acumulan.

También la Universidad de Ottawa, en Canadá, ha analizado este sentimiento: "apesar de haber logrado objetivamente muchas cosas, siempre me quedo con la sensación de que podría, o tal vez debería haber hecho más. Crecí con la mentalidad de que obtienes lo que das, por lo que mi esfuerzo siempre ha parecido mi única medida de eficacia". Lo recogió así la facultad de Medicina para recordar cómo es sentir esta dismorfia.

De acuerdo con Big Think se puede definir como la "intersección del agotamiento, el síndrome del impostor y la ansiedad". Y el hecho de que muchos directivos culpen de la marcha de una empresa de forma constante a los trabajadores, echando balones fuera y no asumiendo otras decisiones que llegan de las altas instancias o que imponen la marcha de las economías globales no ayudan.

Imagen | Foto de Patrick Perkins en Unsplash

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