Los límites de la ética del programador mercenario

Los límites de la ética del programador mercenario
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Cuando se inicia un proyecto para modernizar una empresa de cualquier tipo el equipo de análisis y desarrollo se tiene que sumergir en las entrañas de la organización, para comprender exhaustivamente sus procesos y datos, así como proponer mejoras para transformar y optimizar los recursos con los que se cuenta.

Al entrar en este nivel de detalle no es raro encontrarse con cierta información, al estudiar los requisitos, que plantea un dilema moral porque rompe con las reglas éticas y morales, e incluso legales, que están establecidas por la sociedad y el estado y sobre las cuales vemos una total impunidad por parte de nuestro cliente.

¿Qué tipo de infracciones podemos encontrarnos?

Podemos encontrarnos con engaños un tanto pueriles, que sencillamente no tienen demasiada importancia fuera de la empresa, como trucar informes de una forma ligera para maquillar cifras o tendencias, que es una técnica bien conocida por muchos de los periodistas profesionales y es un recurso muy utilizado, o que te encarguen una puerta trasera para poder cotillear absolutamente todo y poder modificar campos como una fecha de recepción, que puede tener efectos en la ley de garantías.

Pero en la orilla opuesta tenemos lo que son delitos de cierta importancia. Si tuviésemos que hacer un “top” de los mayores delitos que tenemos que cubrir los programadores con nuestro software, sin ninguna duda apostaría por el soporte de “facturas en negro“ como claro ganador. ¿Quién no ha dicho que “sin problema” programamos eso y hemos mirado para otro lado? Es un delito como la copa de un pino y hemos antepuesto nuestro interés personal por delante de nuestra obligación como ciudadano.

Además, y totalmente unido a estos anteriores, nos podemos encontrar con cosas realmente serias, como malversación de fondos públicos o blanqueo de capitales, ambas en una dimensión mucho más compleja que las anteriores facturas y a las que muchos hemos tratado de igual forma: si se puede programar lo puedo hacer y yo me lavo las manos.

¿Dónde está el límite?

Quizás esté justo por debajo de “facturar en negro” y por encima de “usar software ilegal”, o a lo mejor somos menos escrupulosos y somos capaces de hacer la vista gorda por un “blanqueo de capitales”, pero si seguimos subiendo es posible que no encontremos hasta donde estamos dispuestos a vendernos hasta que sea demasiado tarde.

Lavar conciencias

Quizás en el momento en el que tratemos con delitos más sórdidos, como el tráfico de drogas o el comercio de personas, ya podamos decir BASTA, mientras tanto podemos seguir llenando nuestras bocas de indignación,justicia y rebeldía, pero de 19:00 a 08:00, cuando sea gratis.

¿Cuánto vale nuestro pan?

Es mucho más fácil decir que sí a todo lo anterior que explicar a tus hijos que el banco se queda la casa y que nos mudamos con los abuelos. En tiempos de crisis somos mucho más vulnerables porque no podemos permitirnos el lujo de decir que no. Sabemos que, si rechazamos un acuerdo comercial, detrás de nuestras espaldas hay unos cuantos esperando la renuncia para agasajar al buitre de los huevos de oro.

Porque somos mercenarios, justo en el momento en el que cambiamos nuestra colaboración en actividades ilegales a cambio del sustento, porque al ceder ante esas “sugerencias” estamos siendo cómplices por mucho “acuerdo de confidencialidad” que hayamos firmado. Estamos en el bando de los malos.

Pero, ¿dónde está la salida?

Actualmente no resulta fácil, ni rentable, ser honesto y buena persona. En tiempos difíciles una familia no puede permitirse dejar de ganar un jornal por la rebeldía. Por eso las transformaciones de este tipo sólo se pueden hacer en tiempos de bonanza y cuando la miseria no achucha para abrirse paso entre los nuestros.

En algún momento, y ya no me dirijo únicamente a los del gremio, tendremos que dejar de pensar como “yo” y deberemos expandirnos hacia el “nosotros”, el único paso que nos garantiza ser una sociedad mejor. Y estoy convencido que los programadores somos un engranaje fundamental para este cambio, ya que por nuestras manos pasan todas estas tropelías y podemos hacer mucho por solucionarlas.

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