Intenta contratar en la Dark Web a un sicario para matar a su 'ex' en Pontevedra. No terminó en la cárcel porque era una estafa

No siempre hay que simpatizar con las víctimas de estafas

Sicario
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La dark web, ese espacio digital inexplorado (e inexplorable) por la mayoría de usuarios, se ha convertido en el escenario de toda clase de actividades criminales. Entre ellas, la contratación de (falsos) sicarios ha sido uno de los temas más espeluznantes que han salido a la luz en los últimos años.

En Pontevedra, dos casos recientes han puesto en evidencia la vulnerabilidad de las víctimas y la dificultad de la justicia para procesar estos delitos.

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¿Un intento de asesinato es sólo una estafa porque el 'asesino' sea un estafador?

Ana García, una mujer de la comarca de Pontevedra, ha vivido los últimos años bajo el yugo del miedo tras saber que su expareja, J.B., intentó contratar a un sicario en la dark web en dos ocasiones para acabar con su vida. Para ello, desembolsó casi 18.000 euros en criptomonedas, una suma considerable que, sin embargo, no terminó en manos de un verdadero asesino a sueldo, sino de una mera trama de estafadores.

Sin embargo, pese a que J.B. fue detenido en diciembre de 2020, finalmente la Justicia no actuó contra él, y las fuerzas del orden no han tomado medidas para protegerla a ella.

Y es que los casos de sicarios en la deep web han expuesto un vacío legal y judicial: si bien los intentos de asesinato no se materializaron por tratarse de estafas, la intención criminal es evidente. Mientras la ley no se adapte a este nuevo tipo de delito, las víctimas seguirán en un limbo de desprotección.

El caso de Ana

El intento de asesinato se conoció gracias a una investigación de la BBC en 2020. Un hacker había filtrado datos de una web falsa que prometía servicios de sicarios, revelando decenas de intentos de homicidio en todo el mundo. El periodista británico Carl Miller alertó a su colega española Esperanza Escribano, quien fue la encargada de dar la terrible noticia a Ana. La víctima, incrédula al principio, terminó convencida tras recibir pruebas concretas de la investigación.

Ana intentó buscar ayuda inmediatamente, pero se encontró con la indiferencia de las autoridades. La Policía Nacional desestimó su denuncia, mientras que la Guardia Civil sí tomó cartas en el asunto, iniciando la llamada "Operación Hitman". Pero, a pesar de la detención de J.B., el caso fue archivado en un primer momento porque el sicario que había contratado resultó ser un fraude.

La Audiencia Provincial, sin embargo, reabrió la investigación en 2024, añadiendo diligencias como el desencriptado del ordenador del acusado, en manos de la Universidad de Santiago de Compostela.

A pesar de todos los indicios que apuntan a la peligrosidad de su expareja, Ana no ha sido incluida en el programa de protección contra la violencia de género. Las autoridades alegan que, al no haber existido amenazas directas en persona y al haber pasado más de cinco años desde su relación con el agresor, no corre un "riesgo inminente".

La investigación que evitó otra tragedia

El caso de Ana García no es el único registrado en la provincia de Pontevedra relacionada con la contratación de falsos sicarios en la dark web: el mes pasado, la Guardia Civil detuvo a un hombre en Barcelona que había pagado en criptomonedas para que alguien rociara con ácido el rostro de una mujer pontevedresa, con ánimo de dejarla desfigurada y ciega.

A diferencia del caso de Ana, en esta ocasión no se trataba de una expareja, sino de una venganza absurda: el atacante había sido expulsado de una comunidad de juegos online administrada por la víctima.

El foro en la dark web donde se realizó la transacción fue rastreado por la Guardia Civil, con el apoyo de la BBC y Carl Miller, quienes proporcionaron información clave sobre las transacciones en criptomonedas. La operación, bautizada como "Bodoque", se prolongó durante dos años hasta que se acumuló la evidencia necesaria para detener al agresor.

El fraude de los sicarios en la dark web

Más allá de estos dos casos, lo cierto es que el mito de la contratación de sicarios en la deep web ha resultado ser, en la mayoría de los casos, una gran estafa. No se conocen crímenes reales consumados a través de estas plataformas digitales. Sin embargo, los estafadores han encontrado un nicho de negocio lucrativo, aprovechándose de individuos dispuestos a pagar para amenazar la vida de otros.

La Guardia Civil advierte que este tipo de sitios web se sustentan en el anonimato y las transacciones con criptomonedas, lo que dificulta la trazabilidad de los pagos. No obstante, como han demostrado los casos de Ana García y la pontevedresa atacada en Barcelona, es posible seguir los rastros digitales hasta sus responsables. La dificultad para procesar estos delitos radica en que, al ser fraudes, los acusados terminan en libertad al no haberse consumado el crimen.

Vía | Faro de Vigo

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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