La relación entre las grandes empresas de tecnología y los gigantes de la industria del entretenimiento está entrando en una fase completamente nueva: en apenas unos meses, Disney ha pasado de exigir a empresas de inteligencia artificial que retiraran modelos por infringir su propiedad intelectual a convertirse en el mayor socio de licencias de OpenAI.
Paralelamente, eso sí, la compañía mantiene una ofensiva legal contra Google por la supuesta infracción masiva de copyright en el entrenamiento y uso de sus modelos de IA.
El acuerdo Disney–OpenAI: el contenido como motor de la nueva economía viral
Disney y OpenAI han cerrado un acuerdo de licencia de tres años que permitirá a los usuarios de Sora y ChatGPT generar vídeos e imágenes con más de 200 personajes de Disney, Marvel, Pixar y Star Wars: una lista en la que podemos encontrar a Iron Man, Darth Vader, Elsa, Simba o Groot; así mismo, el acuerdo también cubre el uso de elementos adicionales como escenografías, accesorios o vehículos.
El pacto supone una inversión directa de 1.000 millones de dólares por parte de Disney, que también recibirá opciones de compra para aumentar su participación en OpenAI en el futuro.
Un giro estratégico en Disney
Hasta hace muy poco, Disney estaba enfocada en frenar el uso no autorizado de sus personajes, habiendo recurrido ya al envío de cartas de 'cese y desistimiento' a empresas como Midjourney o Character.AI. Ahora opta por controlar, monetizar y canalizar el uso de su propiedad intelectual dentro de un marco legal y económico que le resulte favorable.
Esta decisión ocurre en un contexto en el que OpenAI necesita contenido viral para atraer usuarios y justificar sus modelos de suscripción. Las franquicias de Disney son, en este sentido, un imán perfecto.
Pero la alianza no solo implica el pago de licencias por parte de OpenAI: Disney adoptará ChatGPT internamente y utilizará las API de OpenAI para desarrollar herramientas en sus parques, productos y especialmente en Disney+, donde incluso se podrán reproducir vídeos generados con Sora.
¿Qué podrán crear los usuarios?
El acuerdo permitirá generar vídeos cortos para redes a partir de 2026, así como imágenes estáticas desde ChatGPT. No obstante, queda prohibido recrear rostros o voces de actores reales, una medida que busca proteger la integridad y los derechos de imagen, especialmente en un momento en el que Hollywood se ha mostrado muy sensible con estas cuestiones.
A tortas con Google
Mientras estrecha lazos con OpenAI, Disney mantiene una postura firme ante otros gigantes tecnológicos. La compañía, por ejemplo, envió una de sus cartas de cese y desistimiento a Google, acusando al buscador de infringir derechos de autor "a escala masiva" mediante sus modelos de IA.
Disney sostiene que Google:
- Copió sin permiso un gran corpus de obras protegidas para entrenar modelos generativos, permitiendo así la creación de imágenes y vídeos que reproducen a sus personajes icónicos.
- Promueve activamente tendencias virales (como la generación de 'funkos') que facilitan la reproducción no autorizada de estos personajes.
La lista de obras supuestamente afectadas es extensa y abarca desde Marvel y Star Wars hasta Pixar, clásicos de animación y series como The Simpsons.
El CEO Bob Iger fue contundente al reconocer que Disney ha actuado de manera "agresiva" para proteger su propiedad intelectual y que el diálogo con Google "no dio frutos"; por ello, la compañía exige que el gigante tecnológico detenga de inmediato cualquier reproducción derivada y que implemente medidas técnicas sólidas para evitar futuras infracciones.
¿Qué significa todo esto para el futuro del entretenimiento?
Con este movimiento también emerge un nuevo mercado: el de las licencias de contenidos para IA:en adelante, entrenar modelos de IA con contenido protegido podría requerir acuerdos explícitos y compensaciones económicas, lo que a su vez cambiaría el valor y la gestión de la propiedad intelectual en el entorno digital. Este tipo de pactos podría multiplicarse si otros estudios ven en ellos una oportunidad para mantener el control sobre sus franquicias al tiempo que aprovechan el impulso tecnológico.
Sin embargo, la expansión de la IA no está exenta de conflictos: las compañías tecnológicas deberán demostrar con mucha más claridad qué datos utilizan, de dónde proceden y con qué permisos cuentan. Cada imagen o vídeo generado podría convertirse en un motivo de litigio si no existe un marco regulatorio claro, lo que anticipa años de debates judiciales y políticos.
En paralelo, gigantes mediáticos como Disney empiezan a integrar la IA en su funcionamiento interno y en sus plataformas de consumo, desde Disney+ hasta herramientas corporativas, señal de que esta tecnología ha dejado de ser experimental para convertirse en un pilar estratégico de su futuro.
Vía | Variety
Imagen | Marcos Merino mediante IA + Imagen de dominio público
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