Han sido meses de tensión, dimisiones sonadas y acusaciones de sabotaje que parecían más propias de un drama televisivo que de un foro de ingeniería. La comunidad de desarrollo del kernel de Linux, históricamente unida bajo la batuta de Linus Torvalds, ha vivido su particular cisma por culpa de un lenguaje de programación. Pero tras meses de incertidumbre y de un ambiente que el propio Torvalds llegó a calificar de "casi religioso", la batalla ha llegado a su fin con una victoria definitiva.
El fin de la etiqueta "experimental". La noticia ha saltado en la cumbre anual de mantenedores del kernel (Maintainers Summit), el encuentro donde se decide el rumbo técnico del sistema operativo más importante del mundo. Allí, el consenso entre los desarrolladores clave ha sido absoluto: Rust se queda. La etiqueta de "experimental" se retira y el lenguaje ya se considera una parte central (core) del kernel. Se cierra así la puerta a quienes pedían dar marcha atrás y volver al monolingüismo de C.
De las dimisiones a la estabilidad. Este desenlace llega tras un camino lleno de minas. Hace apenas unos meses, la situación parecía insostenible. Figuras clave como el español Miguel Ojeda o Wedson Almeida Filho, ingeniero de Microsoft, llegaron a apartarse o dimitir agotados por lo que calificaron de "tonterías no técnicas". Se enfrentaban a una resistencia feroz por parte de veteranos defensores de C, que veían en Rust una amenaza a la estabilidad y mantenibilidad del código.
El fantasma del sabotaje. La tensión alcanzó su punto álgido cuando desarrolladores como Hector Martin (Asahi Linux) acusaron públicamente a mantenedores veteranos como Christoph Hellwig de obstaculizar deliberadamente la integración de Rust. Se hablaba de rechazo de parches críticos y de una actitud hostil que buscaba que el proyecto fracasara por inanición. Hellwig llegó a calificar la iniciativa de "cáncer", polarizando aún más a la comunidad entre quienes veían en Rust el futuro de la seguridad de memoria y quienes lo veían como una invasión innecesaria.
Por qué ha ganado Rust. Como lenguaje moderno y alabado, Rust ofrece garantías de seguridad de memoria desde su diseño que C simplemente no puede igualar sin un esfuerzo humano titánico. En un mundo donde la ciberseguridad es crítica, la capacidad de Rust para prevenir desbordamientos de búfer y errores de gestión de memoria antes incluso de compilar ha pesado más que la curva de aprendizaje o la tradición de 34 años de código en C.
Un nuevo capítulo. El kernel entra en una nueva etapa de bilingüismo oficial. No significa que C vaya a desaparecer mañana. Sigue siendo el lenguaje dominante y lo será por muchos años, pero sí significa que los nuevos drivers y componentes críticos podrán escribirse en Rust con total respaldo oficial. La comunidad ha decidido evolucionar en lugar de atrincherarse. Las heridas de esta "guerra civil" tardarán en cicatrizar, y todavía queda esperar a ver consecuencias personales, pero el proyecto técnico sale reforzado y modernizado.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | Ha trabajado manteniendo el kernel de Linux desde hace 25 años y tiene claro el motivo de su éxito: el egoísmo