Los trabajadores de la Generación Z muestra algunos de los niveles más altos de agotamiento jamás registrados, según diversos estudios. Muchas investigaciones afirman que es algo sin precedentes, que no se ha visto con tanta gravedad en generaciones mayores. También hay quienes desvelan muchas de las causas de esta sensación en un mundo de conflictos, inflación, racismo, injusticias y desastres naturales.
"Si bien personas de todas las edades reportan agotamiento, la Generación Z y los millennials reportan un "pico de agotamiento" a edades más tempranas", tal y como recoge ahora Nitin Deckha, un experto en infancia, comunidad y servicios sociales de la universidad canadiense University of Guelph-Humber para The Conversation.
Este experto reconoce que como docente universitario de estudiantes de la generación Z con una larga trayectoria y padre de dos hijos de esta generación, ve claramente en el día a día cómo "los niveles de agotamiento de la generación Z en el entorno laboral actual son asombrosos".
Ahora que muchos estudios analizan a la Generación Z y muchas veces la "ponen a caldo" con sus comportamientos en el entorno laboral, también tienen grandes defensores. Y Nitin Deckha tiene un consejo: "en lugar de desestimar a los jóvenes trabajadores por ser distraídos o demasiado exigentes con el equilibrio entre la vida laboral y personal, podríamos considerar que están alertando sobre lo que falla en el trabajo y cómo podemos solucionarlo".
Tiempos de burnout
El síndrome de burnout, explica el experto, puede variar de persona a persona y en diferentes ocupaciones, pero los investigadores generalmente coinciden en sus características principales. Según él: "Ocurre cuando existe un conflicto entre lo que un trabajador espera de su trabajo y lo que este realmente exige".
Ese desajuste puede manifestarse de muchas maneras: tareas laborales ambiguas, sobrecarga de tareas o falta de recursos o habilidades suficientes para responder a las exigencias de un puesto. En resumen, aclara el experto que el agotamiento es más probable cuando existe una creciente discrepancia entre las expectativas laborales y la realidad.
Con esto sobre la mesa, "los trabajadores más jóvenes, las mujeres y los empleados con menor antigüedad presentan un riesgo consistentemente mayor de agotamiento".
Por sus estudios, afirma que el agotamiento generalmente progresa en tres dimensiones: "Si bien la fatiga suele ser el primer síntoma perceptible, el segundo es el cinismo o la despersonalización, que conduce al aislamiento y al desapego hacia el trabajo. Este desapego conduce a la tercera dimensión del agotamiento: una disminución de la sensación de logro personal o autoeficacia". Con todo esto, varias fuerzas convergen para hacer a la Generación Z particularmente susceptible al agotamiento.
Por qué la juventud es más proclive al agotamiento
En primer lugar, muchos de la Generación Z se incorporaron al mercado laboral durante y después de la pandemia de COVID-19. Recuerda el profesor que "fue una época de profunda convulsión, aislamiento social y cambios en los protocolos y exigencias laborales. Estas condiciones interrumpieron el aprendizaje informal que suele darse a través de las interacciones cotidianas con colegas".
Otro problema es que se han intensificado las presiones económicas, explica el experto. Esto es algo de lo que hablan muchas investigaciones (hemos analizado cómo la subida global del precio de la vivienda deja a los jóvenes trabajando sin poder pagarse a veces ni un alquiler) e incluso organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo da razones para justificar por qué muchos jóvenes deciden ser ninis, es decir, que ni estudian ni trabajan: alerta de los futuros problemas que va a traer para todo el mundo tener a la juventud con trabajos precarios e incertidumbre de su futuro.
Como ya recogimos en Genbeta también hay investigaciones que destacan que en un contexto donde muchos jóvenes deciden quedarse en casas de sus padres y a veces vivir de prestaciones sociales, tenemos al mismo tiempo que "incluso si comenzaran a ascender en la escala corporativa, comprar una casa propia sigue pareciendo una tarea imposible".
El profesor Nitin Deckha explica en su análisis que "la intensificación de la disrupción económica, la creciente desigualdad, el aumento del coste de la vivienda y la vida, y el auge del empleo precario han ejercido mayores presiones financieras sobre esta generación".
Un tercer factor es la reestructuración del trabajo que se está llevando a cabo mediante inteligencia artificial, lo que genera gran incertidumbre.
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