La nube no flota en el aire: se construye con hormigón, cables y mucha agua. Y buena parte de ella está en Aragón. En apenas unos años, esta comunidad se ha convertido en el epicentro español de los centros de datos (con 12 anunciados hasta la fecha), ante el auge del almacenamiento y de la inteligencia. Lo que para las grandes tecnológicas es una oportunidad para seguir creciendo, para los vecinos empieza a ser un recordatorio de que el progreso también tiene un coste físico.
La razón de que Aragón ocupe un lugar "privilegiado" tiene sentido: está a medio camino entre Madrid y Barcelona, tiene suelo barato y abundante energía renovable. Además, cuenta con un gobierno autónomico abierto a la llegada de empresas como Amazon, que ya dispone un centro de datos proyectado de AWS.
Vantage Data Centers, por ejemplo, ha anunciado una inversión de 3.200 millones de euros, con la promesa de crear 10.520 empleos durante una década y consumir recursos hídricos mínimos. Pero cuando se mira de cerca, sólo 520 de ellos serán fijos, y los otros 10.000 responden a necesidades de construcción, que transcurrirá durante 10 años en un proceso de 5 etapas.
La comparación con otros sectores industriales deja dudas. Mientras un proyecto de baterías en Figueruelas promete 3.000 empleos con una inversión similar, los centros de datos se han convertido en gigantes energéticos con poco impacto laboral real una vez se han construido. Se convierten en una manifestación de la economía digital donde la riqueza se concentra en la infraestructura, no en las personas que la sostienen.
Pese al entusiasmo de las distintas administraciones, los vecinos son escépticos: en Villanueva de Gállego ya conviven con las instalaciones de Amazon AWS. Saben lo que significa tener un centro de datos al lado: un consumo eléctrico que deja la red temblando, como en Estados Unidos, camiones y obras constantes, un ruido permanente de ventiladores industriales y, sobre todo, una demanda de agua difícil de sostener en una zona que presenta problemas de agua. La infraestructura necesita refrigeración, y eso implica un continuo gasto de recursos.
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