Reacciones encontradas entre los defensores de la red sobre la acción de Anonymous

Reacciones encontradas entre los defensores de la red sobre la acción de Anonymous
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Los lobbies del copyright están usando el sistema legal a su antojo para defender sus posiciones. (...) Ante esto, ¿qué opciones quedan? Recordemos por un momento que la mayor parte de los métodos de protesta pacíficos han sido inicialmente ilegales. La huelga lo fue durante mucho tiempo. En sus sentadas, Gandhi y sus seguidores bloqueaban el acceso a una instalación y se exponían a que los policías británicos les moliesen a palos. Y también bloqueaban un acceso, causaban un perjuicio y era ilegal.

Julio Alonso, Editor y Fundador de Weblogs S.L

Comenzamos con este extracto del post que Julio Alonso ha escrito sobre el ataque de Anonymous que ha bloqueado el acceso a la web de la SGAE, que está sufriendo los mayores ataques, el Ministerio de Cultura y Promusicae.

Las circunstancias y vivencias profesionales, los matices y las diferentes posturas que están tomando sus compañeros de viaje en la batalla por la libertad digital están muy presentes en el post de Julio Alonso, pero esto no le impide coincidir con gente como Enrique Dans o Eduardo Arcos que comprenden y consideran legítima la acción de los rebeldes de la red.

Y es que Enrique Dans no dudó un minuto en alzar su arco y disparar una flecha precisa contra ciertas interpretaciones:

Que no nos hablen de ciberdelincuentes (el DDoS no es delito en la legislación española, y cuando lo sea, se referirá a algo completamente distinto a lo que estamos viviendo estos días), que no acusen a nadie de comportamiento antidemocrático, y que no se hagan las víctimas por algo sobre lo que solo ellos tienen responsabilidad. Aquí no hay “malvados hackers” (de hecho, los hackers nunca fueron “malvados”), sino ciudadanos normales y corrientes reivindicando de manera pacífica y masiva sus derechos en la red, de una forma completamente razonable.
Algunos no reconocen una revolución ni cuando la tienen debajo de la nariz. No, los ciberataques que mantienen ahora mismo caídas las páginas de la SGAE, del Ministerio de Cultura y de Promusicae nada tienen que ver con una chiquillería, con ciberdelincuentes ni con convertir a nadie en víctima. Esa interpretación es un craso error. Los ataques representan una legítima forma de protesta: cuando una serie de lobbies acosan a los ciudadanos, pretenden criminalizar masivamente a toda una sociedad, presionan para cambiar las leyes con el fin de enriquecerse con modelos de negocio imposibles en la era digital o imponen cánones como pseudoimpuestos arbitrarios que los ciudadanos tienen que pagar sí o sí, los ciudadanos, tras infinitas agresiones, se organizan y protestan. Ante un Ministerio de Cultura que es en realidad un “Ministerio de la Industria Cultural” y que actúa como títere en manos de estos lobbies, metiendo disposiciones finales al dictado en el medio de leyes en tramitación y participando en declaraciones grandilocuentes en las que tildan al ciudadano de delincuente, no se puede reaccionar poniendo la otra mejilla.

No coincide con Enrique Dans, Ricardo Galli, doctor en informática, profesor de la UIB, y socio-fundador y programador de Menéame que se extiende en un preámbulo biográfico más que justificado. Ganado a pulso en la batalla por el software libre y la libertad en la red. Más que recomendable. El desenlace es su toma de partido. Radical y respetable:

En resumen y para no hacerlo largo: llevo 17 años de compromiso completo y activo con el software, la cultura libre, y con el debate público. Fui víctima de un gran DDoS (y varios más pequeños que nadie nota). Pasé angustias y momentos muy malos que afectaron negativamente todos los órdenes de mi vida, personal y laboral. Pero ahora viene cualquier mindundi que en su vida hizo nada positivo por estos valores que nos acusa de “hipócritas” por no estar de acuerdo con el DDoS a la SGAE y el MCU.
No, cuando empecé hace 17 años no creía que la supuesta revolución iba a ser esto. No me refiero a la “tontería” del DDoS de chavales norteamericanos que no saben ni lo que significa MCU, sino al triunfo de la tiranía de las multitudes, la victoria de la necedad, el ritual del odio contra el que disiente. Pongamos que hablo del forchanerismo de los que deberían ser adultos.
Lo dicho, pensé que se trataba de construir la alternativa desde sus cimientos, no de destruir lo que criticamos usando sus mismos métodos. Menos aún apoyar y festejar que lo hagan adolescentes extranjeros en nuestro nombre.
Yo me bajo aquí.

También se baja en compañía de Ignacio Escolar, Carlos Sánchez Almeida, destacado jurista y combatiente con una biografía irreprochable en la defensa de la libertad digital. El abogado de las causas digitales no secunda el rito social de la hipocresía o la ambigüedad:

Tirar abajo las webs de la SGAE o del Ministerio de Cultura no es una hazaña: es una cobardía y una estupidez. Durante mucho tiempo, una lenta y tenaz labor de debate y combate -jurídico, político e ideológico- ha conseguido desgastar la imagen pública de la SGAE, en Internet y fuera de ella, hasta el punto de que muchos políticos ya no quieran retratarse al lado de Eduardo Bautista. Y de golpe, y precisamente en el momento en que se debate la Ley Sinde de censura de webs en el Parlamento, se les ofrece un inesperado balón de oxígeno: la posibilidad de aparecer como víctimas ante la clase política y la opinión pública.

SGAE como víctima, la tesis que más se repite. El peligro que acecha. El boomerang que amenaza con destrozar años de lucha. David Bravo, abogado que no necesita muchas presentaciones. Les ha ganado. Ha defendido a los indefensos a merced del poderoso lobby sin escrúpulos. Su tweet era un dardo en las conciencias.

Antonio Ortíz secunda la tesis al lamentar que dos de las organizaciones merecidamente con peor imagen y más criticadas de nuestro país sean convertidas en víctimas gracias a que una multitud anónima y coordinada decidió que lo mejor para luchar contra ellos era "tirarles las webs".

Para Antonio Ortíz "realizar estos ataques es torpe", pero "aplaudirlos como si la defensa de los derechos de la red consistiese en esto, es todavía peor".

Parece seguirle Pepe Cervera que apunta y advierte que una simpática barrabasada de aire juvenil puede deslegitimar ideas y hacer retroceder causas:

La violencia, física o virtual, no está nunca justificada en un régimen democrático, que debe regirse por la palabra. A todos nos gusta poner en su sitio a un abusón, pero en el juego de la política importa cómo se defienden las ideas. Es por eso que hay que evitar la tentación del vandalismo, si queremos tener una oportunidad de llevar nuestro mensaje a la sociedad. Es por eso que por divertido y satisfactorio que sea bloquear el servidor de un rival poco simpático, hay que evitar caer en la tentación del vandalismo.

Fernando Tellado que está en campaña política saca tiempo para compartir con la red su opinión sobre esta guerra. Tan contundente como el bombardeo de Anonymus: Ataques DDOS: NO, simplemente.

Pero nos queda la sensación, leyendo los propios cometarios en los blogs de los aquí citados y en otras movidas aguas que la otra opinión de los que escriben en la red sin columna o firma es un SÍ, simplemente.

Seleccionamos una opinión de uno de nuestros comentaristas "sin columna". Más próxima a la de Enrique Dans o Julio Alonso y a lo que uno puede leer en la red:

Respecto a la acción en si no creo sea comparable a quien incendia un contenedor o destroza un cajero ya que, allí, si que habría perdidas monetariamnente valorables que, supongo, se deberían resarcir. No creo que no poder acceder a la web por unas horas cause a nadie mayor mal que el que supondría tener que volver más tarde a realizar cualquier trámite en un edificio bloqueado temporalmente, y con actitud pacífica, por unas cuantas personas sentadas ante su puerta. De ahí mi comparación (con una sentada). Creo que la señora Sinde, hace muy pocos años, se hubiese unido a tan festiva reivindicación.

En Nación Red | El "error" de la SGAE que recrudece los ataques de Anonymus y sus voluntarios Foto | Jacob Davis

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