Sabía que existía el dictado de voz, pero no lo bien que funcionaba: he 'escrito' este artículo diez veces más rápido de lo normal

No culpo a nadie de tener las expectativas tan bajas sobre el uso de la voz para la informática: desde 2018 llevamos sufriendo a los asistentes de Amazon, Google y Apple liándose con peticiones tan sencillas como 'Pon el último álbum From Zero de Linkin Park en Spotify', lo que se traduce en que a la mayoría los altavoces inteligentes nos sirven para poner temporizadores y música (pero con una orden más sencilla) y poco más. Pero qué cómodo es dictar y qué bien viene.

Sin ir más lejos y sin necesidad de recurrir a la transcripción de ofrecen modelos con IA como ChatGPT o Gemini, incluso el dictado de voz de Windows 11 y también el de macOS ofrecen un magnífico rendimiento a la hora de captar lo que decimos y pasarlo a texto, aunque nunca viene mal poniéndoselo fácil, esto es, asegurándonos de que vocalizamos bien, que no haya demasiado ruido ambiental y que no vayamos a la velocidad del rayo. Pero vamos, que yo no he hecho nada especial para redactar este artículo que probablemente leas tan rápido como a mí me ha costado escribirlo.

Dictando los textos vas mucho más rápido, pero hay letra pequeña

Lo primero de todo: activarlo. En Windows 11 es tan sencillo como presionar el atajo de teclado de la tecla de Windows + H para después tocar sobre el micrófono. En macOS, el SO que yo utilizo, 'Ajustes del sistema' > 'Teclado' y allí verificar que el interruptor está coloreado. Ya solo queda tocar la tecla de función que tiene un micrófono (la F5). En ambos casos viene activado por defecto la puntuación automática y aunque viene bien, es donde más habrá que prestar atención después.

El dictado por voz es una función de accesibilidad que lógicamente resulta esencial para personas con problemas de movilidad, pero también para cualquiera. Al fin y al cabo dictar es más rápido y cómodo, permitiéndote cosas como por ejemplo pasear o tener las manos ocupadas. Y para textos largos puede ser una gran ventaja en términos de productividad: piensa por ejemplo en artículos de miles de palabras.

Cuando escribes un texto a la vieja usanza, lo normal es tener una estructura en la cabeza y comenzar a picar teclas con las ideas, disponiendo de un pequeño margen temporal para modificarlas, ir verificando que escribes concordando el tiempo, el género, número... de viva voz vas mucho más rápido y eso implica tener que dar un buen repaso después para revisar la concordancia, pero también para evitar circunloquios. Y por qué no decirlo: también requiere de más concentración.

Donde sí que hay que meter mano es en la maquetación: tocará añadir a mano los enlaces, las negritas y cursivas, y también algún que otro símbolo especial, como por ejemplo las comillas. Sin embargo, todo este repaso lo he hecho en unos cinco minutos, por lo que le veo muchas ventajas. Este párrafo que estás leyendo por ejemplo no ha sido retocado después (más allá de las negritas).

¿Dejaré de escribir para empezar a dictar mis artículos? Probablemente no de forma generalizada, pero principalmente será una cuestión de romper un hábito que me ofrece un buen equilibrio entre agilidad mental y digital para piezas densas y elaboradas. Vamos, que mi ritmo de escritura me ofrece un reposo suficiente para elaborar textos de una calidad decente. Además, escribir me permite mejor la multitarea (vamos, dejar una línea a medias y contestar Slack o buscar información en internet), pero me parece una alternativa interesante y poco usada. Sin embargo, tengo claro para qué piezas la usaré: para artículos ágiles y ligeros como este.

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