Logros aparte, hay que reconocer que en las big tech hay también un poquito de postureo, sea pretendido o no. Empresas que tienen cierto halo de innovación y sofisticación y otras cuya imagen de marca es menos cool e incluso, aburrida. Me aventuraría a decir que en esta última descripción hay quien metería a Microsoft. No es por desmerecer a los de Redmond, cuyos hitos especialmente en sistemas operativos son sencillamente brutales.
Pero si pensamos en lo que se ha llevado en los últimos años, probablemente nos vengan a la cabeza la supremacía de Google en la era de internet y la batalla de los asistentes de voz entre Google (otra vez), Apple con Siri y Amazon con su Alexa. No es que Microsoft no tuviera sus propios buscadores o asistentes de voz (de hecho, los tenía), pero no estaba en la pugna.
Microsoft vio lo de GPT antes que nadie
Adivinar cuál va a ser la siguiente ola y subirse en ella a tiempo no es fácil, pero Microsoft ha estado esperando su momento y, a juzgar por los hechos, parece que ha acertado de pleno con la próxima next-best-thing: la inteligencia artificial. Microsoft lleva desde 2019 apostando por OpenAI, la empresa que está detrás del fenómeno ChatGPT, la plataforma que más ha crecido en toda la historia de internet.
Inyecciones económicas, suministro de hardware y servicios de computación a cambio de partir de una posición privilegiada para integrar los avances de OpenAI en inteligencia artificial en sus productos: Azure, Office365 y su gran golpe de efecto: el nuevo Bing con GPT. Sus efectos no se han hecho esperar: hace tres semanas se cumplía un mes de su lanzamiento Microsoft anunciaba que su navegador superaba la barrera de los 100 millones de usuarios diarios activos. Suena mucho, pero de hecho y según las declaraciones de Yusuf Medhi, máximo responsable de la división de Bing, Yusuf Medhi, se traduce en solo una cuota de mercado inferior al 10%.
La sensación con la inteligencia artificial es que Microsoft se ha movido antes y mejor que nadie. Especialmente cuando miramos a sus principales competidores. Con Google la sensación es un poco como de vasos comunicantes: parece que cuando uno copa los titulares, el otro pasa a estar entre bambalinas y viceversa.
Google Bard tiene asignaturas pendientes
Bard is an experimental conversational AI service, powered by LaMDA. Built using our large language models and drawing on information from the web, it’s a launchpad for curiosity and can help simplify complex topics → https://t.co/fSp531xKy3 pic.twitter.com/JecHXVmt8l
— Google (@Google) February 6, 2023
Y ojo, no es porque Google no lo esté intentando: entre las fases de prueba y su lanzamiento oficial de Bing, Google contraprogramaba con Bard enseñando la patita. No le salió demasiado bien: Bard respondía mal a una de las preguntas de la demostración y Google lo pagaba caro con una caída en bolsa.
Pese a que Microsoft haya pillado carrerilla en esta competición, no significa que todo lo que lance sea un éxito. Sin ir más lejos, los de Redmond pisaban el acelerador y después de la buena acogida de Bing, presentaban Bing Image Creator, una herramienta de inteligencia artificial con una versión avanzada de la tecnología usada en DALL-E 2. O lo que es lo mismo, que crea imágenes a partir de promtps de texto en lenguaje natural. Sin embargo y según nuestra experiencia, los resultados están por debajo de herramientas de la competencia como Midjourney (a su favor, que Midjourney ya no es gratis).
Pero quien no arriesga, no gana y Microsoft está demostrando que no tiene miedo a moverse rápido, con otras herramientas como Office 365 Copilot y Security Copilot orientadas a los negocios. ¿Y Google Bard? Pasando a fase beta con la plantilla de Google centrando esfuerzos para depurar su herramienta, según este email interno del vicepresidente de búsquedas de Google a su equipo.
Sea como fuere, algo debe estar haciendo bien cuando tengo la aplicación Bing instalada en mi móvil y en mi ordenador (un iPhone y un mac), algo que no sucedía desde... nunca, en realidad, porque cuando usaba equipos con Windows, el otrora navegador por defecto (el difunto Internet Explorer) seguía criando polvo en el escritorio a la espera de realizar alguna operación solo compatible con él.
Y no soy sospechosa de ser una persona cerrada en cuanto a experimentar: "nací" con MS-Dos y Windows 3.1, estudié combinando Windows y Linux y llevo una década con macOS y usando los navegadores Google Chrome, Mozilla Firefox y Opera. También espero con los brazos abiertos a Google Bard, pero que incomprensiblemente su lanzamiento esté limitado por el momento a algunos países juega en su contra en esta fase inicial de acercamiento y popularidad de la IA.
Que Microsoft ponga toda la carne en el asador y vaya a por todas tiene su razón de ser: no es el favorito, por lo que tiene "poco" que perder. Microsoft llegó tarde y de forma manifiestamente mejorable con el navegador Bing, con el asistente Cortana y a los móviles de la compañía les faltaba alguna que otra vuelta de tuerca para competir en el sector. Pero no quiere perder el tren de la inteligencia artificial, más teniendo en cuenta que puede suponer pintarle la cara a Google.
Precisamente todo lo contrario de Google, que sigue siendo la referencia en buscadores, tiene uno de los mejores asistentes de voz y pisa fuerte en otros segmentos tecnológicos, por lo que tiene mucho que perder si es ahora quien llega tarde y mal. Inclinar la balanza hacia otras alternativas en cuanto a motores de búsqueda con lo que ello implica (spoiler: ojo a los ingresos por anuncios), a asistentes virtuales vitaminados con IA o simple y llanamente, crear ecosistemas alternativos donde otros puedan crecer encendería todas las alarmas.
Portada | Foto de Rawpixel
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