Harto de que Twitter difundiera en directo sus vuelos en avión privado, el CEO de Louis Vuitton vende su jet y se pasa al alquiler

Harto de que Twitter difundiera en directo sus vuelos en avión privado, el CEO de Louis Vuitton vende su jet y se pasa al alquiler
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Bernard Arnault, CEO de la marca de lujo Louis Vuitton, es la segunda persona más adinerada del mundo (según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg), gracias a los 3.000 millones de dólares en que supera la fortuna de 130.000 millones del fundador de Amazon, Jeff Bezos. Con estos datos, a nadie le extraña que Arnault fuera también dueño de su propio jet privado. Y decimos 'fuera', porque se ha visto obligado a venderlo por culpa de Twitter. Más o menos.

El pasado mes de abril se creaba la cuenta de Twitter @i-fly-bernard (en junio se sumaría también @laviondebernard), dedicada a ir publicando un seguimiento pormenorizado de las idas y venidas de Arnault en su avión, automatizándolo todo con código open source.

¿El objetivo? Criticar y visibilizar públicamente la contaminación que provocan esta clase de vuelos, en un momento en el que la percepción del público está especialmente sensibilizada con medioambientales y de consumo de combustible.

Estas cuentas no hacen sino que publicar información procedente de los transpondedores de los aviones, que son datos de dominio público. Sólo hace falta vincular el número identificativo del mismo con su propietario

La 'bio' de una de la primera de las cuentas citadas, de hecho, reza lo siguiente: "63 multimillonarios franceses emiten tanto CO2 como el 50% de la población". Pero el impacto de este tema no alcanza sólo a personalidades francesas. El pasado mes de junio se alzaron críticas contra Taylor Swift tras publicarse que su avión privado encabezaba la lista de emisiones: sus portavoces tuvieron que aclarar que la nave "se presta habitualmente" a otras personas.

Pero, tras llevar a cabo esta labor de seguimiento durante 3 meses, @laviondebernard anunciaba en un tuit que el avión en cuestión había dejado de estar registrado en Francia a partir del 1 de septiembre.

"Seguimos sin saber nada de Bernard Arnault ni de Louis Vuitton sobre el tema de los jets privados. ¿Qué pasa, Bernard? ¿Nos estamos escondiendo?".

Ahora, su hijo menor, Antoine Arnault ha respondido indirectamente a este tuit en una entrevista reciente: "El grupo tenía un avión y lo vendimos durante el verano: ahora nadie puede ver dónde voy porque alquilo aviones cuando use jet privado".

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No decimos aquello de "gente de a pie" por capricho

Arnault ha defendido también que en su "hipercompetitivo" sector, el avión privado es "una herramienta de trabajo" que "da a los ejecutivos una ventaja en la carrera por ser los primeros en llegar a un nuevo producto o negocio". Por ello, también alega razones de privacidad y estrategia comercial a la hora de decidir sortear el seguimiento de los activistas:

"No es muy bueno que nuestros competidores puedan saber dónde estamos en cualquier momento. Eso puede dar ideas, también puede dar pistas, indicios".

En realidad, la táctica de cambiar de avión para sortear esta clase de 'vigilancia social' no es nueva: el propio fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, ya lo hizo cuando empezaron a seguir su jet privado. Pero otros empresarios multimillonarios prefieren aferrarse a sus aviones y apuntar a los que gestionan las cuentas de Twitter...

Así, a principios de este mismo año, Elon Musk afirmaba que "no disfruta con la idea de que un chiflado pueda terminar disparándole", a raíz de que una cuenta de Twitter empezara a publicar también sus viajes en avión privado: intentó ofrecerle 5.000 dólares para que aceptara cerrar la cuenta, pero no logró convencerle (también tiene otro bot publicando datos de vuelos de grandes empresarios rusos). Otro millonario, Mark Cuban, ofreció asesoramiento comercial al responsable de su propia cuenta de seguimiento vuelos, en este caso con más éxito.

Mientras estos multimillonarios, ante la imposibilidad de conseguir que se borren dichas cuentas, se ven obligados a tomar esta clase de medidas para no ser sometidos a seguimiento en directo, en España hemos presenciado recientemente cómo Twitter tomaba la decisión de borrar tres meses de publicaciones de una cuenta dedicada a exponer los viajes del Falcon, el avión que hoy en día usa Pedro Sánchez, por orden del Gobierno:

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