Dave Ramsey, uno de los asesores financieros más influyentes de Estados Unidos, ha construido su reputación predicando disciplina, responsabilidad y gestión eficiente del dinero. Sus libros y programas de radio han enseñado a millones a salir de deudas y a vivir dentro de sus posibilidades. Sin embargo, incluso los expertos en finanzas pueden tropezar con sus propios principios.
En un episodio reciente de su pódcast EntreLeadership, Ramsey confesó que, durante una etapa de su carrera como empresario, cometió un error básico pero caro: se olvidó de subir los salarios de sus empleados.
"Estaba ocupado y nunca pensé en eso", admitió. "No tenía ningún recordatorio ni sistema que me avisase Así que empezamos a hacer revisiones anuales".
Cuando la informalidad sale cara
Ramsey explicó que en sus primeros años como empleador evitaba las evaluaciones formales porque le parecían 'demasiado corporativas', y prefería confiar en una relación más cercana y flexible con su equipo. Pero la falta de estructura acabó pasándole factura.
"De pronto me daba cuenta de que habían pasado dos años sin que nadie recibiera un aumento, y la gente estaba renunciando", recordó. "Y entonces pensé: 'Vaya, he metido la pata'".
La lección fue dura: la falta de un sistema de revisión salarial no solo desmotiva, sino que empuja a la gente con más talento a buscar mejores oportunidades.
Tras eso, Ramsey ha convertido aquel error en un principio de gestión: su empresa implementó revisiones de rendimiento anuales, además de reuniones periódicas para medir avances y bienestar. Ahora, cuenta, cada empleado tiene una especie de "cumpleaños Ramsey": un momento fijo del año para revisar su rendimiento y ajustar su salario.
El mercado no espera a nadie. Ramsey reconoce que mantener los sueldos competitivos no es una cuestión de generosidad, sino de supervivencia empresarial. Durante la pandemia, los salarios base se dispararon: puestos de entrada que antes pagaban 10 dólares la hora pasaron a ofrecer 20.
"Tenías que hacerlo, o ibas a perder a la gente".
No se trata de emoción, sino de valor de mercado
En el mismo episodio, un agricultor llamó para compartir su frustración: ofrece aumentos del 7 % anual, bonos de Navidad de mil dólares, vacaciones pagadas y aportes a la jubilación, pero sus empleados no parecen especialmente agradecidos. Ramsey fue tajante dejando claro que lo que importa es la comparación con otros empresarios:
"A menos que estés haciendo algo completamente fuera de lo común, no vas a obtener una reacción extraordinaria".
La percepción del salario está mediada por el contexto. Si una empresa paga 25 dólares la hora, pero los competidores ofrecen 30, esa 'generosidad' pierde valor real y simbólico. Ramsey añadió que un empleado que no celebra un aumento no necesariamente es ingrato: quizá simplemente sabe que el mercado lo valora más en otro sitio.
Vía | Off The Front Page
Imagen | Marcos Merino mediante IA