Cómo ya publiqué en otras ocasiones en Genbeta yo comencé a teletrabajar cuando todavía prácticamente nadie lo hacía, en el 2008, y llevo siendo nómada digital desde el año 2010 (ahora con un poco más de calma). Un reportaje que compartimos hace unas semanas analiza si esto ha podido perjudicarme profesionalmente, como me advirtieron que podría sucederme cuando con 23 años y recién graduada, decidí rechazar un contrato de oficina en Madrid y teletrabaja.
Hace unos días, el CEO de Google, hablaba de este tema reconociendo que, aunque considera que la gente es más productiva desde casa, él cree que la forma de crecer profesionalmente es yendo a la oficina y así es cómo él logró los contactos y llegar a CEO. También hay que recordar la historia del CEO dio un giro de 180º con el teletrabajo y mandó a todos a la oficina alegando que: "Vivir lejos del centro de tu sector es un error" y muchos otros jefes han usado la misma excusa para obligar a las personas a volver a las oficinas.
Ahora bien, el éxito en la vida no se mide solo por el salario mensual (que ayuda siempre vivir tranquilos y con un sueldo decente para poder hacer frente a los gastos de la vida, eso sí) ni por tener un alto cargo. El éxito también se mide en calidad de vida, en las horas en familia, en los momentos con las amistades y los vecinos.... en sentirse bien en general y tener tiempo libre para actividades bonitas.
Y también tengo muy claro que, personalmente, odiaría levantarme cada día y tener que tomar un transporte público o el coche para ir a una oficina. O tener que ajustarme a unos horarios muy estrictos, sin poder adaptar los días a mis horas más productivas del día que son recién levantada y muy temprano, porque me encanta madrugar. Por tanto, en este reportaje vamos a analizar cómo teletrabajar y ser nómada digital puede darle a una persona mucha calidad de vida.
Las ventajas de teletrabajar, para la vida
El debate sobre teletrabajo y productividad está más polarizado que nunca antes, según expertos. No es para menos, mientras que muchos estudios han demostrado mayor productividad haciendo las tareas desde casa (y los años de pandemia han dejado claro que se puede sacar empresas adelante con toda la plantilla haciendo sus tareas en remoto), las empresas están obligando a sus trabajadores a volver en masa a las oficinas, a veces contra su voluntad e incluso con amenazas o marginando a quien se queda en casa.
Sí que hay estudios, en cuanto a calidad de vida, que temen que el teletrabajo traiga más soledad a un mundo que ya la padece. Pero luego muchos otros que hablan de las ventajas de no ir a una oficina.
Por un lado, muchas investigaciones han demostrado que yendo a la oficina gastamos mucho más dinero cada día (transporte, comer fuera de casa, comprar ropa nueva adecuada para el espacio de trabajo...); nos hace perder mucho tiempo (más en ciudades o quienes viven en pueblos pero están obligados a trabajar en ciudades); y nos obliga a vivir cerca de la oficina, aunque soñemos con estar en alguna aldea o en otra ciudad donde no está nuestra oficina.
Elegir dónde queremos vivir (porque nos encanta el lugar, porque está cerca de nuestra familia o porque nos fascinan las montañas, por poner ejemplos), en vez de tener que vivir en un lugar de forma obligada porque está cerca de los lugares donde hay más empresas y empleos disponibles es, según mi punto de vista y experiencia, maravilloso.
La felicidad de poder elegir dónde vivir
Y, si miramos desde el punto de vista de poder ser nómada digital, también hay muchísimas ventajas. Por ejemplo, tengo muchas amistades que han migrado, por lo que están lejos de sus familias. Cuando emigras, si quieres pasar tiempo con tus familiares, ya sabes que tendrás que ajustar los fines de semana, puentes y vacaciones del año compaginando entre alguna vacación que quieras hacer o tu ocio en tu destino, y las visitas a tus seres queridos.
Cuando eres nómada digital tienes total libertad de elegir dónde vivir. Puedes conocer un país nuevo una temporada; puedes irte a vivir a una ciudad con la que sueñas o donde tienes amistades o a tu pareja... sin renunciar a pasar el tiempo que tú quieras en tu lugar de origen cerca también de tus amistades y familiares. En mi caso, lo que he hecho siempre era irme temporadas largas a vivir en otros lugares y luego volvía a mi pueblo a pasar otras largas temporadas. Normalmente (en ocasiones sí tenía ciertas limitaciones por la empresa en la que estaba) sin fecha de ida, por la libertad de elegir.
Por otro lado, cuando eres nómada digital y puedes elegir dónde vivir, nadie te obliga a estar en una ciudad cara. Una fuente de frustración y agotamiento en la actualidad, y no es para menos, son los altos precios de la vivienda en ciudades. Tanto que mucha gente se gasta gran parte de su salario en un alquiler y, en muchas ocasiones, en una simple habitación.
Si tienes la libertad de elegir dónde vivir, puedes optar por una de esas ciudades o puedes, simplemente, elegir cualquier otro lugar, si te gusta más o si prefieres no gastarte tanto dinero en un alquiler. Incluso, hay lugares que dan dinero a las personas que quieran irse a vivir a sus territorios siendo nómadas digitales, como es el caso de Extremadura. Y, no vivir ahogado por los gastos fijos de vida cada mes es, definitivamente, calidad de vida.
Aunque siempre, eso sí, como nos gusta recordar el Genbeta, ser nómada digital respetando la cultura local y adaptándose a ella y evitando encarecer la vida en los destinos que nos reciben. Hay lugares que protestan contra los nómadas digitales e incluso lugares que siempre los han recibido con los brazos abiertos y han tenido que poner normativa estricta porque mucha gente se aprovechó de la apertura.
Recordaba Nick Hilden que lleva más de 20 años viviendo en Oaxaca (y que se considera culpable, con sus artículos hablando maravillas de la vida en Puerto Escondido de muchas de las visitas que han llegado a la ciudad), que " lo largo de los años, he visto a innumerables personas tratar el destino que visitan como si fuera un parque de atracciones. Se comportan como si las leyes y costumbres locales -por no hablar de la decencia común- no fueran aplicables".
Imagen | Foto de Austin Distel en Unsplash
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